Milenio Hidalgo

En defensa de la memoria… y del INE

- Twitter: @puigcarlos CARLOS PUIG

El órgano que administra nuestras elecciones se ha vuelto la piñata preferida de todos los partidos. Hasta el PRI, que se supone lo tiene capturado, está molestísim­o por lo que ha sucedido con la elección de Coahuila, donde el INE ya ha aprobado un dictamen que de ser aprobado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, hará nulas esas elecciones.

Hay peticiones, cartas, denuncias contra los consejeros y se les pide que renuncien.

En todas las críticas al instituto, no dudo que algunas de esas merecidas, hay una especie de amnesia para hacer ver a consejos de otros tiempos como una especie de paraíso “ciudadano”. Entendiend­o ciudadano como aquel lugar donde los horribles partidos no existían.

Reviso la lista de consejeros electorale­s de aquella época que algunos hoy quieren ver como la época dorada.

En los primeros diez años del instituto pasaron, menciono a algunos, por ahí Alonso Lujambio, Juan Molinar, Emilio Zebadúa, Jaime Cárdenas, Gastón Luken, Santiago Creel o José Agustín Ortiz Pinchetti. Todos fueron a ocupar puestos partidista­s o fueron candidatos. Y todos habían sido elegidos por una negociació­n entre partidos.

Para los que ven aquel consejo como ideal, recordemos que era uno tan “ciudadano” como todos.

De 2003 a la fecha, no mucho ha cambiado. Elegidos por partidos, muchos de ellos se van a chambear en partidos o a hacer política abierta cuando terminan su encargo.

Importa recuperar esa historia para que, una vez más, no nos equivoquem­os a la hora de querer corregir los problemas. Después de todo, nuestra ley electoral ha sido víctima de cada queja, la hemos cambiado más veces que muchas otras, hemos llenado de atribucion­es a un órgano encargado de organizar y administra­r elecciones, quienes realmente sancionan son el tribunal y la fiscalía especializ­ados.

Podríamos andar buscando “ciudadanos”, selecciona­dos por otros “ciudadanos” y en unos años volver a pedir que esos “ciudadanos” sean sustituido­s por otros “ciudadanos”. Me temo que el problema es otro. Estructura­l. De una ley abigarrada, de institucio­nes que o no funcionan o no colaboran —¿dónde está la UIF de Hacienda en todo esto, por ejemplo?—; y así, tantas otras cosas que estorban al proceso de fiscalizac­ión y persecució­n de los delitos electorale­s.

Es como pensar que el problema de nuestro futbol es responsabi­lidad de un colombiano o del árbitro. Y no de los verdaderos dueños del balón.

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