En defensa de la memoria… y del INE
El órgano que administra nuestras elecciones se ha vuelto la piñata preferida de todos los partidos. Hasta el PRI, que se supone lo tiene capturado, está molestísimo por lo que ha sucedido con la elección de Coahuila, donde el INE ya ha aprobado un dictamen que de ser aprobado por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, hará nulas esas elecciones.
Hay peticiones, cartas, denuncias contra los consejeros y se les pide que renuncien.
En todas las críticas al instituto, no dudo que algunas de esas merecidas, hay una especie de amnesia para hacer ver a consejos de otros tiempos como una especie de paraíso “ciudadano”. Entendiendo ciudadano como aquel lugar donde los horribles partidos no existían.
Reviso la lista de consejeros electorales de aquella época que algunos hoy quieren ver como la época dorada.
En los primeros diez años del instituto pasaron, menciono a algunos, por ahí Alonso Lujambio, Juan Molinar, Emilio Zebadúa, Jaime Cárdenas, Gastón Luken, Santiago Creel o José Agustín Ortiz Pinchetti. Todos fueron a ocupar puestos partidistas o fueron candidatos. Y todos habían sido elegidos por una negociación entre partidos.
Para los que ven aquel consejo como ideal, recordemos que era uno tan “ciudadano” como todos.
De 2003 a la fecha, no mucho ha cambiado. Elegidos por partidos, muchos de ellos se van a chambear en partidos o a hacer política abierta cuando terminan su encargo.
Importa recuperar esa historia para que, una vez más, no nos equivoquemos a la hora de querer corregir los problemas. Después de todo, nuestra ley electoral ha sido víctima de cada queja, la hemos cambiado más veces que muchas otras, hemos llenado de atribuciones a un órgano encargado de organizar y administrar elecciones, quienes realmente sancionan son el tribunal y la fiscalía especializados.
Podríamos andar buscando “ciudadanos”, seleccionados por otros “ciudadanos” y en unos años volver a pedir que esos “ciudadanos” sean sustituidos por otros “ciudadanos”. Me temo que el problema es otro. Estructural. De una ley abigarrada, de instituciones que o no funcionan o no colaboran —¿dónde está la UIF de Hacienda en todo esto, por ejemplo?—; y así, tantas otras cosas que estorban al proceso de fiscalización y persecución de los delitos electorales.
Es como pensar que el problema de nuestro futbol es responsabilidad de un colombiano o del árbitro. Y no de los verdaderos dueños del balón.