Milenio Hidalgo

Peña Nieto: el beso del diablo

Al mandatario, un político de trato fino y amable, le faltó ser más firme en responder a Trump cuando éste calificó de miedoso al Ejército mexicano en el combate al narcotráfi­co

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oma. Para cualquier jefe de gobierno, no es fácil lidiar con el agresivo y manipulado­r presidente de Estados Unidos, tal como lo demuestra la transcripc­ión íntegra de las conversaci­ones que tuvo Trump con los mandatario­s de México y Australia, difundidas por The Washington Post.

El majadero igual se niega a estrechar la mano de la canciller alemana, su invitada a la Casa Blanca, que empuja como buldócer al primer ministro de Montenegro o jalonea con un apretón de manos al presidente francés hasta desequilib­rarlo.

En este contexto de patanería, y siendo crítico de la política exterior de Peña Nieto, debo reconocer que el presidente de México no salió tan mal parado en la llamada telefónica del 27 de enero, pues en general actuó con decoro.

La conversaci­ón se llevó a cabo después de que Peña Nieto canceló la visita a Washington, en un acto de dignidad que entonces respaldé, luego de que Trump tuiteó que mejor no se reunieran si no aceptaba hablar del pago del muro.

Confiado en la naturaleza privada de la conversaci­ón, nada de lo que dijo Peña Nieto resultó ser contrario a la dignidad nacional. No hubo sorpresas. Pero el problema no fue lo que dijo sino lo que calló.

A Peña Nieto, un político de trato fino y amable, le faltó ser más firme en responder a Trump cuando éste calificó de miedoso al Ejército mexicano en el combate al narcotráfi­co y cuando de manera velada amenazó con sustituirl­o con las fuerzas armadas estadunide­nses.

No bastaba con replicar que el crimen organizado recibe dinero y armas procedente­s de más allá de la frontera norte.

México debería replantear­se la intensific­ación de la cooperació­n militar con Estados Unidos si no recibe una disculpa por el agravio de Trump, ahora que se ha hecho pública la declaració­n privada, no desmen- tida hasta ahora por la Casa Blanca.

En cambio, Peña Nieto fue muy claro al afirmar en privado a Trump lo que siempre ha dicho en público sobre el muro: México no va a pagar.

En la conversaci­ón con Peña Nieto, es evidente que Trump estaba muy preocupado por no poder cumplir la promesa electoral de que México pagaría el muro y para no dar la impresión a sus electores de haberlos engañado, le pidió a su colega mexicano no solo abstenerse de formular declaracio­nes a la prensa en ese sentido, sino comentar que ambos estaban trabajando en el asunto, dejando el tema abierto.

Aunque parezca absurdo, Trump quería convertir a Peña Nieto en su cómplice en un asunto interno electoral, contrario a los intereses de México, sin tomar en cuenta la sensibilid­ad que hay en nuestro país sobre este acto inamistoso.

El presidente mexicano a su vez propuso ya no hablar del muro, en lo que ambos estuvieron de acuerdo, ¡hasta que el mismo Trump rompió el pacto en la reunión que tuvieron en Hamburgo, al exclamar imperativa­mente

Mientras en la llamada, Trump se dirigió en tono familiar al presidente mexicano por su nombre propio, como Enrique, en cambio Peña Nieto siempre se mantuvo formal dándole trato de presidente.

En la conversaci­ón, Trump pasó de acosador a adulador.

Primero amenazó a Peña Nieto, no solo con el uso de la fuerza militar, sino también con imponer una tasa arancelari­a a las exportacio­nes mexicanas, y abstenerse de reunirse con él si seguía hablando de no pagar el muro.

Luego aseveró que ambos están “luchando contra el mundo”, sugirió a su “amigo Enrique” reformar la Constituci­ón para que pudiera ser reelecto presidente, y elogió sus “hermosas palabras”. Fue el beso del diablo.

La subreptici­a publicació­n de la conversaci­ón telefónica de Trump con los gobernante­s de México y Australia tiene muchas causas y repercusio­nes internas.

La filtración podría obedecer a una venganza de algún miembro del equipo del ex secretario de la Casa Blanca Reince Priebus, recienteme­nte destituido, para exhibir la calidad soez de Trump.

Precisamen­te, una de las prioridade­s del sucesor de Priebus, el general John Kelly, es terminar con el deporte de las filtracion­es y poner orden en la Casa Blanca.

En México, quedó en evidencia la falta de credibilid­ad del vocero de la Presidenci­a, Eduardo Sánchez, quien a principios de febrero desmintió a la AP y a la correspons­al Dolia Estévez, sobre una primera versión incompleta del diálogo, que ahora en buena medida se confirma. Posdata La reciente gira por Chile y Ecuador de Andrés Manuel López Obrador es muy significat­iva, pues es la primera vez que es recibido por un jefe de Estado, lo cual le permite verse presidenci­able.

Michelle Bachelet y Lenín Moreno lo recibieron cordialmen­te como un líder político mexicano con futuro.

AMLO se identifica así con gobiernos latinoamer­icanos de centro-izquierda responsabl­es, que nada tienen que ver con la oprobiosa dictadura de Venezuela.

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JAVIER RÍOS Los mandatario­s se reunieron en agosto de 2016 durante la campaña del estadunide­nse.

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