Segunda Vuelta, Gobierno de Coalición y Frente Amplio
Lamentablemente, en términos constitucionales, se agotó el tiempo de establecer la Segunda Vuelta Electoral para la próxima elección presidencial. Por fortuna sí lo hay para hacer obligatorios los Gobiernos de Coalición en casos específicos.
Con certeza de que a los eruditos en estos temas mis razonamientos aquí expuestos nada nuevo les dirán, considero que a la población le debe quedar claro lo que significan las dos fórmulas antes anunciadas. ¿Por qué? Por su importancia intrínseca y por ser, junto con el llamado
Frente Amplio Opositor, el debate político del momento.
Si no superamos, de alguna manera, en la elección presidencial del 18, la pulverización del voto, correremos dos riesgos: uno, continuar con un sistema de gobierno disfuncional, agotado, rebasado por la realidad y deficitario frente a la sociedad; dos, retroceder 50 años y entregar el país, por el más que justificado hartazgo mayoritario, a un “redentor”.
La pluralidad, benéfica y connatural a la democracia, también está dando un resultado negativo: frecuentemente se llega a los cargos públicos con votación exigua y los ganadores designan para los puestos más importantes a sus amigos y socios, quedando excluidos los opositores, sin importar que algunos sean honestos y capaces. Más aún, si un adversario aceptara la improbable invitación para incorporarse a la nueva administración, quedará bajo sospecha y tildado de traidor. Eso lleva a los perdedores a oponerse sistemáticamente al nuevo gobernante, porque el fracaso de éste hará de aquéllos la mejor opción en futuras contiendas, sobre todo si ofrecen encarcelar al saliente.
Dos fórmulas han dado buenos resultados en otros países:
Una es La Segunda Vuelta. Si ningún candidato obtiene más de 50% de los sufragios o el porcentaje mínimo que señale la ley (que suele ser no menor de 42%) competirán nuevamente los dos punteros, y se asegura así que el ganador llegue con mayoría absoluta y mayor legitimidad. Ojalá pronto se instituya en México. La otra se refiere a los Gobiernos de
Coalición. El candidato que no alcance la mayoría absoluta o la mínima exigida por la ley deberá pactar con las fuerzas opositoras la conformación del gabinete. Actualmente la Constitución permite esos gobiernos, pero muchos consideramos que debe hacerlos obligatorios. Así, el que gane no ganará todo y los que pierdan no perderán todo. De esa manera se favorece la gobernabilidad, se desestimula la polarización en la competencia, se propician los acuerdos y en gran medida se garantiza la implementación de políticas públicas eficaces para satisfacer las demandas de los gobernados.
Del ambicioso, trascendente y difícil de constituir Frente Amplio Opositor, que exige talento, apertura y generosidad, le platicaré mañana.