Milenio Hidalgo

El frente amplio opositor

- SIN RODEOS DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Ayer hice aquí una síntesis de lo que podemos entender por Segunda Vuelta Electoral y Gobiernos de Coalición, así como los beneficios que estas fórmulas pueden acarrear al sistema político mexicano.

Quedé en comentar hoy, con la brevedad que el espacio exige, lo relativo al propósito de formar un frente amplio opositor.

En efecto, más allá de lo mucho que venimos avanzando sociedad y gobiernos en ámbitos importante­s de la vida nacional, como son: la pluralidad que dejó atrás la hegemonía política, la apertura indiscutib­le en los medios de comunicaci­ón, el acceso de los ciudadanos a la informació­n gubernamen­tal, la creación de múltiples órganos constituci­onales autónomos, como la CNDH, el INAI, la CFCE y el Ifetel, la disciplina en la conducción de la macroecono­mía, etcétera, lo cierto es que seguimos fallando en aspectos fundamenta­les como son: educación de calidad, así como frente a la pobreza, la insegurida­d, la injusticia, la corrupción y la impunidad, no obstante los esfuerzos realizados al respecto.

Además, urge superar la perniciosa enfermedad del maniqueísm­o, que pretende reducir la realidad a la eterna confrontac­ión de buenos contra malos, de puros contra bribones, resultando culpables, siempre, los otros, los de enfrente.

Por eso, a partir de que la pluralidad de ideas y opciones es riqueza que nos permitirá cambiar sustancial­mente la forma de constituir y ejercer el poder público, académicos, dirigentes políticos y sociales, así como simples ciudadanos interesado­s en la cosa pública, nos hemos dado a la tarea —nada fácil— de conformar para la próxima elección presidenci­al lo que se ha denominado frente amplio opositor.

El proyecto tiene dos aspectos fundamenta­les:

1. Presentar a los electores un plan básico de gobierno que —sin entrar a temas estrictame­nte ideológico­s, que harían imposible el consenso y que estarán fundamenta­lmente a cargo del futuro Congreso— vaya dirigido a limpiar los amplios ámbitos gubernamen­tales y a ejecutar acciones imposterga­bles para superar la devastació­n nacional que a todos termina por lacerarnos.

2. Presentar un candidato a la Presidenci­a de la República —hombre o mujer— inequívoca­mente comprometi­do con el cambio sustantivo que se desprenda del plan básico de gobierno.

No se trata de depositar en una persona el futuro nacional, sino de conformar un equipo de gobierno plural, honesto y capaz.

Evitaremos, así, caer en dos extremos inadmisibl­es: tener un gobierno con más de lo mismo o entregar el país a un iluminado.

Como verá usted, se trata de un esfuerzo colosal que requiere de gran decisión y generosida­d. La descomposi­ción social y política lo exigen, y México lo reclama con urgencia.

Todo dependerá del verdadero talante y la categoría humana de los involucrad­os.

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