Usos y costumbres
Dentro de la vida política hidalguense se estila el uso y costumbre de quienes llevan años al frente de grupos, organizaciones y hasta instituciones. Y es que cuando se habla de ser institucional o de respeto al Estado de Derecho, nadie como los que llevan décadas al frente de un “liderazgo” como para hablar, como se dice, con los pelos de la burra en la mano.
No se espante querido lector, estimada lectora, los calificativos son parte del lenguaje coloquial que a diario usamos y que forman parte de las mismas costumbres con las que nos conducimos y las que nos hacen seguir y perdurar en nuestros propios espacios y sitios a los que pertenecemos.
La vida al interior de las instituciones no debe ni merece pertenecer a alguien en particular pues por mucho que se haga siempre se llegará al mismo punto: el cuestionamiento del porqué de todo lo existente.
Un ejemplo en Hidalgo es la Universidad Autónoma del Estado que de unos años para acá parece estar más cerca del conflicto que de los acuerdos y la paz con sus allegados, producto de su dinámica vida política que practican como uso y costumbre desde las aulas hasta las oficinas administrativas y de las autoridades.
Ayer, en pleno ejercicio de sus facultades de usos y costumbres, los principales directivos de la UAEH amagaron con sacar de sus clases a los miles de estudiantes con que cuentan en Hidalgo para “marchar” en exigencia del presupuesto público que se les otorga cada año en la entidad.
Las razones no sobran, son y parecen justas en lo que respecta a su forma de operación –por desgracia y no es la única del país- dependiente de los recursos del pueblo aún con el cobro que realizan por semestre y por los pagos que reciben por trámites y nuevos ingresos (que es bastante más no suficiente).
Sin embargo una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa, dicen en mi pueblo, y no se puede amagar con dejar uno o dos días o los que sean sin actividades a los estudiantes y maestros por la exigencia de un problema administrativo que se debe resolver sin trastocar los derechos académicos de los alumnos que han ganado su lugar en la institución.
Hace unos días la propia Universidad causó polémica por su determinación de no suspender actividades durante el paso del fenómeno climatológico “Franklin”, pues se afirmó que no era necesario perder tiempo de clase sino era estrictamente necesario, aún y con la presencia de lluvia y vientos en diversas regiones.
Hoy se amenaza desde la máxima casa de estudios a las autoridades del estado de Hidalgo para que paguen lo que llaman, por usos y costumbres, “deuda”. Siendo que el fondo presupuestal es para todos los habitantes del estado. Mal harían el rector y demás directivos en seguir con el mismo juego de siempre y sobre todo mal harán con suspender clases y actividades por salir a pedir lo que en la mesa deberían arreglar con talento político, diplomacia y acuerdos.