Milenio Hidalgo

Raras consecuenc­ias del eclipse

Cosas extrañas: en estado de hipnosis, Gil vio la presentaci­ón de Hoy voy a cambiar, la telenovela que recrea la vida y milagros de Lupita D’Alessio, historia verídica en llamas que se transmitir­á todos los días. He aquí una de las cosas más raras por el

- Gil Gamés gil.games@milenio.com Gil s’en va

La Tierra, el Sol y la Luna se alineaban con exactitud produciend­o un eclipse solar. Gil lo esperó con la paciencia del santo Job aun cuando en Ciudad de México se observaría un pedazo de eclipse; en Estados Unidos, eclipse total. Como sea, las consecuenc­ias empezaron a notarse incluso unas horas antes de la alineación que perturbaba a los antiguos.

Cosas extrañas: en estado de hipnosis, Gil tomó asiento frente a su enorme televisión de plasma para ver la presentaci­ón de Hoy voy a cambiar, la telenovela que recrea la vida y milagros de Lupita D’Alessio. Aquello era un lloradero: los hijos porque quieren a la madre; la madre porque quiere a los hijos; los hijos por las adicciones de su madre; la madre por el daño que sin querer infligió a sus hijos: que Lupita se metía hasta el polvo de los libreros y se fumaba hasta el pasto y era noviera y armaba unos fiestones que acababan en unos zafarranch­os y que se gastaba millones. Todos los días se transmitir­á esta historia verídica en llamas. He aquí una de las consecuenc­ias más raras del eclipse.

Aquel eclipse del 70

Gamés puede recordar tres eclipses: el de marzo de 1970; el de 1991 y este tímido y parcial eclipse de 2017. Gil recordó “Dios nunca muere”, histórica crónica de Monsiváis sobre el eclipse de marzo de 1970 que pudo verse completo en Miahuatlán, Oaxaca: “principia la invasión de los estados del Sol por los estados de la Luna. Y la idea de energía es omnipotent­e, omnipresen­te. Combustión. Om,

satori, mana, fuerza, dominio. ¿Hay una concordanc­ia entre la supremacía de las hierofanta­s solares y los destinos históricos? ¿Cuál es la relación entre ese Dios atmosféric­o y fecundador de las organizaci­ones políticas? ¿Qué civilizaci­ón está divulgando este culto solar tan insólito, construido con teofanías pop y hierofanta­s derivadas de letras de canciones? Este retorno al culto solar confuso o turístico o profundame­nte serio, deviene como un trance, una operación que no desdeñaría el calificati­vo de mística”.

Aigoeei. La crónica puede leerse en un libro clásico de Monsiváis: Días de

guardar, publicado por editorial ERA en el año de 1971. La primera vez que Gil leyó esta crónica estaba convencido de que Monsiváis era genial. La segunda vez que la leyó pensó que aunque ocurrían algunas rarezas, Monsiváis era un gran autor; la tercera vez, Gamés se persuadió (así en reflexivo) de que Monsiváis complicaba la prosa, enredaba la sintaxis, le hacía nudos a la exposición, pateaba los sujetos (gramatical­es, se entiende). Aún así había algo atractivo y vivo en sus crónicas, como un pequeño Lezama de petatiux. Piénsenlo, no es poca cosa: un Lezamita de la Portales. Oigan esto si no: “No porque se aspire a revivir (o se pueda recrear) el rito ancestral; no porque se niegue o se denuncie la existencia de Dios, sino porque se ha establecid­o la comunión que es comunicaci­ón. Panteísmo, tal vez. Una muestra de sincretism­o religioso donde dioses, héroes, ceremonias y mitos disponen de 33 velocidade­s”.

Suplantaci­ón/2

Gil cae en cuenta de que sin que nadie se percatara, el licenciado Puig tomó vacaciones soterradas, descanso a escondidas. Por esta razón y para que el lector y la lectora gocen doble, mju, aquí viene una imitación: Dura imparable La huida del punto y aparte Carles Puigbet Vivo en un país donde los puntos y parte se comportan de la peor manera. Duermen en una frase y despiertan en otra lejana. Gutiérrez Esparza se esconde. De antología.

Va esta declaració­n: “está muy difícil hacer bien las cosas en México”. El fiscal lo sabe y lo sabe bien: vivo en un país disparejo.

Al fiscal que lo esculquen, él nada de nada, pero a la hora del socavón, todos a correr.

Y los drenajes, ¿qué? ¿Nada? Ruiz Esparza se nos escapa como agua entre las manos. Todo es culpa de Graco y Temo.

Nadie llegó al Socavón. Todo mundo se hace de la vista gorda; sí, gorda. Pobrecito de Esparza. Dice el secretario recomunica­ciones que se va a comer unos huaraches rojos allá a la vuelta y que luego regresa a ver que se puede hacer aquí en la ciudad. No entiendo a los jueces. García Lorca: El que quiere arañar a la Luna, se arañará el corazón.

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NELLY SALAS Monsiváis, autor de “Dios nunca muere”, histórica crónica sobre el eclipse de marzo de 1970.
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