Abaten al autor de la masacre en Barcelona
Younes Abouyaaqoub, de 22 años, condujo la furgoneta en el atentado
El que hasta ayer era el hombre más buscado de Europa, Younes Abouyaaqoub, fue abatido en Subirats, un pequeño pueblo catalán a 45 kilómetros al oeste de Barcelona, por los Mossos de’Esquadra (policía catalana) a los que antes de morir gritó: “Alá es grande”.
El señalado como conductor de la furgoneta que atentó el pasado jueves en Barcelona llevaba puesto un cinturón de explosivos, que después se confirmó que era falso.
El joven de 22 años fue reconocido por los vecinos del pequeño pueblo de apenas 3 mil habitantes, luego de que la policía publicara varias fotos en las que se vio cómo caminaba haciéndose el despistado minutos después de atropellar a varias personas.
Abouyaqoub era el único de los 12 integrantes de la llamada “célula de Tarragona” que permanecía huido y tenía orden de detención internacional. Su captura comenzó cuando un ciudadano avisó por teléfono a la policía que en las cercanías del polígono de Subirats, donde está la gasolinera, había un hombre con las características de Abouyaaqoub.
El gran dispositivo de la policía, con dos helicópteros que sobrevolaron la zona, antidisturbios y artificieros, siguió en marcha para descartar que el terrorista muerto estuviera acompañado. Abouyaaqoub iba vestido con una camiseta azul cielo de manga larga y pantalones rojizos. Llevaba gafas de sol y también una botella de agua.
La alerta vecinal se disparó cuando el yihadista se acercó a una casa de una urbanización próxima a la gasolinera y silbó, lo que hace pensar que llamaba a alguien. No obstante, de la casa salió una persona que no era la que esperaba y Abouyaaqoub echó a correr a través de un viñedo. Fue entonces cuando el vecino llamó a la policía.
La gasolinera donde fue abatido es de autoservicio y está junto a un polígono donde está prácticamente todo cerrado por vacaciones. Un lugar lleno de viñedos en el que es fácil esconderse por tanto matorral. Pese a que las 12 personas que integraban la “célula de Tarragona” fueron abatidas o detenidas, la policía no dio por cerrada la llamada “operación Jaula”.
Horas antes de que Younes fuera abatido, la policía catalana dio a conocer la cronología de los hechos inmediatamente posteriores al atentado en La Rambla de Barcelona.
Tras identificar a Abouyaaqoub como el conductor del vehículo y, por lo tanto, autor de la masacre, la policía informó que este joven salió de Barcelona primero andando y luego manejando el Ford Focus blanco que robó en la Zona Universitaria a un vecino de Vilafranca, Pau Pérez, al que asesinó a puñaladas para robarle el coche.
Así lo detallaron en una rueda de prensa conjunta el consejero de Interior de Cataluña, Joaquim Forn; el de Justicia, Carles Mundó, y el mayor de los Mossos d’Esquadra, Josep Lluís Trapero.
Abouyaaqoub, que según los Mossos d’Esquadra perpetró la masacre en solitario en el vehículo, se escapó con paso pausado por el famoso mercado de la Boquería y a través de las calles del Raval (casco antiguo) hasta cruzar toda la ciudad hacia la Zona Universitaria, llegando al estacionamiento que usan los estudiantes. En total, unos seis kilómetros en línea recta. Allí, una hora después del ataque, según la información recabada por la policía, el terrorista asaltó el Ford Focus de Pau Pérez, que estaba estacionando. Todos los indicios, según Trapero, apuntan a que lo acuchilló y lo dejó en el asiento posterior.
Con ese coche salió por la avenida Diagonal tras saltarse un control de los Mossos d’Esquadra y herir a una agente.
En toda la huida hasta la llegada a Sant Just Desvern, los Mossos lo ubicaron solo. Trapero explicó que pudieron identificar a Abouyaaqoub en varios fotogramas de cámaras de seguridad y por las declaraciones de testigos. Las dudas que se mantienen por ahora se centran en su paradero después de estacionar el Ford Focus en Sant Just Desvern. “Es entonces cuando le perdemos la pista”, admitió Trapero.
Allí encontraron los Mossos d’Esquadra el cuerpo sin vida de Pérez, la víctima mortal número 15 de los atentados, pero no dieron con el fugitivo Abouyaaqoub.
Además, se dio a conocer que cada vez gana más terreno la tesis de que el imán de Ripoll, Abdelbaki Es Satty, presunto líder de la célula yihadista de al menos 12 personas que se gestó en el municipio, es uno de los dos muertos bajo los escombros de la casa de Alcanar, en la que los terroristas posiblemente trataron de organizar un atentado mayor con bombonas de butano y explosivos. “Hay declaraciones, testigos que lo ubican, y todo apunta en la misma dirección”, dijo Trapero, que reconoció que cuentan con “tres o cuatro elementos” que les hace pensar que Es Satty estaba aquella noche en la casa de Alcanar. Por ello, los Mossos d’Esquadra pidieron esperar las pruebas de ADN, que se están finalizando. Lo que tardará varios días o semanas son las tareas de inspección del domicilio de Alcanar, ya que los posibles gases acumulados entre los escombros dificultan la actuación policial.
Estudió electromecánica
El hombre más buscado de España durante cuatro días, antes de radicalizarse, fue un estudiante decente que acabó un grado en electromecánica y trabajaba en las fábricas de metalurgia que rodean Ripoll, un chico que un sábado al mes se levantaba de madrugada para ganar 50 euros vendiendo zapatos en el mercado del pueblo. Al menos así lo describen algunos de sus amigos. Esta es la extraña historia que cuentan sus colegas.
Nacido en 1995 en Mrirt, al norte de Marruecos, Younes llegó de pequeño a Ripoll, un tranquilo pueblo de 10 mil habitantes en el Prepirineo de Girona (Cataluña) en el que viven unos 500 magrebíes. Como el resto de los terroristas, durante años llevó una vida normal, “integrada”.
Sus amigos cuentan que era gris, que en el instituto Abat Oliba no destacaba especialmente salvo porque le gustaban los coches. Con su primer sueldo se compró un BMW serie 1.
En la mezquita, el presidente de la asamblea islámica Annour, Ali Assid, explicó que los musulmanes de la asociación pagan entre 10 y 20 euros al mes y que Younes durante este 2017 no había pagado ni un euro simplemente porque, decía, “no me sale de los huevos”.