¿Y si Trump es apenas el comienzo?
Es difícil imaginarlo, pero el próximo presidente de Estados Unidos podría ser alguien peor que Donald Trump. Las condiciones que conspiraron para que Donald llegara a la Casa Blanca solo han empeorado en los últimos siete meses y realmente parece complicado que esto pueda mejorar antes de 2020, cuando los estadunidenses regresen a las urnas para elegir a su próximo presidente.
Trump y su equipo no solo lograron infiltrar al Partido Republicano y utilizarlo como el vehículo que habilitó su ascenso al poder, sino que poco a poco han transformando lo que quedaba de su esencia, marginando completamente a los moderados, reemplazándolos con radicales de la ultraderecha. Los conservadores le vendieron el alma al diablo, recuperaron el poder pero están perdiendo al país. Hoy el partido del elefante parece inspirarse más en las ideas de Jefferson Davis, el presidente de los estados confederados que en las de Abraham Lincoln.
Es claro que la polarización en la sociedad estadunidense es cada vez más intensa, tal vez irremediable. En un ensayo escrito por Robin Wright para The New Yorker, la autora se pregunta si Estados Unidos se dirige a una nueva guerra civil entendida como un conflicto de baja intensidad en el que episodios como lo ocurrido hace dos semanas en Charlottesville, Virginia son cada vez más frecuentes y más violentos.
Cuando se trata de criticar a los periodistas, a las cortes o a la oposición política, Trump ha sido mucho más claro y mucho más contundente que al condenar la violencia provocada por supremacistas blancos. Esto contribuye a la división, pero también a una ruptura democrática. El asalto a las instituciones montado por la administración Trump está diseñado para erosionar su credibilidad y para capitalizar esa desconfianza en las urnas.
La fuerza imparable de los cambios demográficos, la automatización y en cierta medida de la globalización parece enfilarse hacia un objeto que ha mostrado ser casi inamobible, la resistencia de un amplio sector de la sociedad estadunidense al cambio. El resultado solo puede significar una transformación profunda de la que hasta hoy había funcionado como la democracia más estable del mundo. En ese sentido, Trump podría ser apenas una probadita del caos que nos espera.