¿Ser abuelo es una segunda oportunidad?
El lunes venidero se celebrará el día del abuelo, si bien no es tan mediático como el día del padre y mucho menos el de la madre, no por ello deja de restarle una importancia que para nuestra cultura es trascendental.
No se puede entender a México sin el rol que han jugado los padres de nuestros padres, en la educación de nuestros propios hijos.
Generalmente asociamos abuelos con vejez, aunque no necesariamente es así, existen hombres y mujeres que aún no llegan a la tercera edad y ya tienen nietos; fue por allá de 1994 que en el Estado de Chihuahua se instituyó el día dedicado a aquellos cuyos hijos ya habían sido padres, se le denominó Día Nacional de los Abuelos de México, y se empató con el día del anciano a nivel mundial, por ello su celebración este 28 de agosto.
Convertirse en abuelo es toda una aventura, es tener una nueva fuente de afecto (los nietos) cuando los hijos propios ya no nos necesitan tanto, es de alguna manera recuperar la ilusión de volver a estar con niños pequeños, es contagiarse de la alegría que el infante trae consigo y curiosamente, su llegada no implica los grandes cambios que tuvieron que hacer cuando llegaron sus propios hijos, que supuso seguramente un cambio radical en sus vidas.
El nieto es como más lejano en compromiso, pero más cercano en afecto, con él, se vuelven a hacer cosas que se hicieron como padres y se recuerdan esos años en donde uno se divertía jugando, educando y criando al hijo.
Es curioso pero varios expertos (psicólogos, sobre todo) comentan que la llegada del nieto es también un nuevo espacio de acercamiento entre padres (abuelos) e hijos, estableciendo relaciones más cercanas, mas iguales diría yo, y es que el hijo del padre cuando tiene a sus propios hijos empieza a tomar conciencia de los sacrificios que sus padres hicieron por él, cuando nace el nieto, los abuelos consideran de manera definitiva a su hijo como un adulto y lo tratan ahora como un igual a ellos.
Le aclaro y dicho por varios abuelos, que a los nietos no se les quiere ni más ni menos, se les quiere y ya, así de sencillo, eso sí, de forma distinta claro, y es que es pura lógica, entre los abuelos y el nieto se establece una relación muy particular, de mucha cercanía y empatía; a título personal mi querido lector yo lo he podido constatar con los abuelos (paternos y maternos) de mi hijo más pequeño, para mis propios padres es su quinto nieto y para mis suegros el primero, pero en ambos casos el trato es exactamente el mismo, es el nieto y como tal, el centro de todos sus afectos.
Debemos entender que para los abuelos la llegada del nieto les brinda algo así como una nueva oportunidad para mejorar las relaciones con sus propios hijos, los acerca más para comunicarse, compartir y recordar los años vividos cuando los criaron.
Por supuesto le aclaro que, en el caso de los abuelos, la crianza de sus nietos es otra cosa muy distinta a la que hicieron con la de los hijos; son más permisibles, mas “consentidores” y es que ya no tienen esa responsabilidad (y estrés) de sacarlos adelante como lo hicieron con los hijos, ya no son los encargados de poner las reglas de casa, eso lo harán los padres, su rol ahora está enfocado en formar a sus nietos desde la comprensión, la paciencia y la experiencia que puedan transmitirles, por eso dicen que los nietos se disfrutan mucho más que a los hijos.
Así que lo que se construye es una relación sin prisas, de amor mutuo, de gozo y porque no, de “malcriar” al nieto, total, será ahora el padre el que imponga el regaño según sea el caso necesario.
Los abuelos serán los transmisores de valores, los mediadores entre padres e hijos y seguramente, un nexo con el pasado y la historia familiar.
Aún recuerdo con nostalgia y gusto las pláticas que sostenía con mi abuela, muchas de las creencias que hoy me definen, fueron construidas por ella y me han permitido tener expectativas de la vida siempre llenas de ilusión y esperanza.
Que pase un excelente fin.