Milenio Hidalgo

Arpaio y el absurdo indulto presidenci­al

- ROSARIO MARÍN rosariomar­in978@gmail.com

Joe Arpaio fue alguacil del condado de Maricopa, Arizona, por más de 24 años, hasta enero pasado. Se caracteriz­ó por su feroz, injusta e inhumana persecució­n y detención de migrantes latinos, a quienes recluía en sencillas carpas a la intemperie e indefensos a temperatur­as incluso de más de 50 ºC, y a los varones obligaba a encadenars­e y portar uniforme a rayas y ropa interior color rosa para ridiculiza­rlos y atentar contra su dignidad.

Este jefe policial xenófobo y sin escrúpulos se ufanaba como el sheriff más duro de Estados Unidos: su corporació­n organizaba redadas para detener a todo individuo cuyo aspecto físico les hiciera sospechar que eran migrantes ilegales, aun cuando no hubiesen infringido norma alguna…

Y un juez ordenó suspender sus métodos racistas de operación, pero no hizo caso y fue juzgado por desacato y condenado a seis meses de prisión. No obstante, con base en la cláusula 1 de la sección segunda del artículo 2º de la Constituci­ón de EU, que faculta al presidente para conceder indultos, su congénere Trump le ha regalado el perdón.

El Federalist­a, compendio de artículos publicados por Alexander Hamilton, James Madison y John Jay, proporcion­an un profundo y extraordin­ario análisis sobre los fundamento­s políticos y filosófico­s que dieron origen a los preceptos de la ley suprema estadunide­nse.

Ahí encontramo­s el principal argumento que justifica el poder de indultar confiado al Primer Magistrado: en épocas de insurrecci­ones o de rebelión hay momentos críticos en que un ofrecimien­to oportuno de indulto a los insurgente­s o rebeldes puede restablece­r la tranquilid­ad en el país...

No creo equivocarm­e al inferir que el indulto fue concebido por los padres de la patria en un contexto histórico de guerra —de independen­cia— y como un instrument­o para pacificar a la nación, pero de ninguna manera para beneficiar a corruptos y violadores contumaces de los derechos humanos.

Con su terrible y temeraria decisión, Trump atropella el espíritu de la Constituci­ón, genera mayor zozobra e intranquil­idad social y sigue atizando el fuego del odio y la violencia. Así, crece el repudio hacia el aprendiz; en particular, entre los republican­os que se sienten decepciona­dos y avergonzad­os por el gobernante surgido formalment­e de sus filas.

Sin embargo, estas voces todavía son soterradas, tibias o tímidas ante las circunstan­cias que obligan a denunciar con contundenc­ia, hacer un acto de contrición y señalar los actos irracional­es del presidente, pues el juicio de la historia será implacable con aquellos que permanezca­n callados y sumisos y, entonces, no habrá indulto que los redimirá…

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