Frente y fiscal, ¿cómo la ven?
Los legisladores frentistas condicionaron su voto a favor de la instalación de la Mesa Directiva a cambio de la eliminación del pase automático del procurador Raúl Cervantes. ¿Cómo se llamó la obra? “El Chico Maravilla Hace de las Suyas”
Gil se manchaba las manos de tinta mientras leía sus periódicos y entresacaba noticias para esta página del directorio. El Frente Ciudadano por México que parecía desvanecerse se registró ante el Instituto Nacional Electoral. Lo integran PAN, PRD y Movimiento Ciudadano. El frente tiene por delante (no empiecen) todos los obstáculos, pero se ha anotado un triunfo. Luego de la fotografía y el papeleo, los legisladores del frente salieron como alma que lleva el diablo y se unieron en San Lázaro para impedir la instalación de la Mesa Directiva como pretendía el PRI. Ganó el frente. Los legisladores frentistas condicionaron su voto a favor de la instalación de la Mesa Directiva a cambio de la eliminación del pase automático del procurador Raúl Cervantes. ¿Cómo se llamó la obra? “El Chico Maravilla Hace de las Suyas”. Ricardo Anaya ha ganado esta partida y podría darse el lujo de expulsar del PAN a los cinco senadores que se la hicieron cardiaca, con todo y Calderón y Margarita, y seguir su marcha hacia 2018. Así es la política, medita Gamés, un paso de más o de menos y estás fuera de la historia. ¡Santas victorias, Batman, les rompimos la madre!
Gil imagina que los diseñadores priistas consideraron que el fiscal carnal se aprobaría un poco como pasó con la imposición de Medina Mora, en medio de un escándalo, pero después de pagado el costo, Medina Mora quedó instalado como ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Y nada, no resultó lo del fiscal carnal, más bien provocaron un tremendo escándalo, una exhibición bochornosa. Pero, en fon, la política a veces se resume en aforismos de gran profundidad, como éste: ¿qué tal si es chicle y pega? Gil ha visto tantos chicles que pegan de modo insólito que uno más no le habría escandalizado.
El Chico Maravilla
Gilga pensó en el Chico Maravilla y recurrió a los libros. En Los suspirantes (Temas de Hoy, 2017) coordinado por Jorge Zepeda Patterson, un libro de semblanzas de todos aquellos que podrían aspirar a la candidatura por la Presidencia, Salvador Camarena escribió el perfil de Ricardo Anaya. Gilga ha copiado estas líneas: “La irrupción de este panista en la cúspide de la escena nacional fue labrada escalón tras escalón: desde el modesto instituto municipal de la juventud del Ayuntamiento de Querétaro hasta la Presidencia del Partido Acción Nacional. Los hitos de esa carrera están marcados, ya sea por discursos notables o por efectivos golpes de mano, como el que le propinó a Gustavo Madero en el 2015, cuando lo destronó de la coordinación parlamentaria de los blanquiazules en San Lázaro. ‘Ricardo no traiciona, Ricardo mata, y cuando ya te anuló regresa y te da una palmadita. Madero es el mejor ejemplo de eso, pero no es el único’, me dijo un panista consultado para este perfil”. ¿Cómo la ven? Oigan: ¿que si van a Querétaro?
Lupe/ 3
Lo inaudito ocurrió, la lectora y el lector lo saben: el destino jugaba con la vida de Lupe D’Alessio. No terminaba de reponerse de su escandalosa vida cuando en una gira por Panamá conoció a Héctor Jorge Ruiz, Sabú, cantante y actor argentino. Lupe lo ve y se va de espaldas. Un argentino guapo, ¿quién se niega? Ah, Lupe le ponía con singular alegría. Y de pronto ya estaban tomando la copa y fumándose un porro, y luego los besos y en un salto doble mortal, el matrimonio, como lo oyen, la boda. La noche de la fiesta de su unión, Lupe le metió fuerte al deporte blanco. Le encantó y lo practicó muchos años. Del sexo, mejor ni hablamos. Lupe y
Sabú, dos monstruos del erotismo. Trago, mota, coca, sexo, ah, el paraíso. Pero en el fondo del alma de Lupe había un vacío: sus hijos, a quienes Jorge Vargas retuvo y maltrató durante años. El éxito siempre trae consigo un abismo. Lupe cayó en él. Ah, la fama, el dinero, el placer. A Gil le gustaría seguir escribiendo para esta página del directorio, pero es la hora de
Hoy voy a cambiar. Con la pena, pero Gil pasa a retirarse a sus habitaciones, a encender su enorme televisión de plasma y entrar en un nuevo capítulo de la vida de Lupe. Adiós.
Todo es muy raro, caracho, como diría Joseph Joubert: El objeto de toda discusión no debe ser el triunfo, sino el progreso.