El pavoroso final de Nada personal
Qué cosa tan más pavorosa el final de Nada personal de TV Azteca. Todavía no puedo creer lo que sucedió ahí. ¿Qué? El triunfo del mal. No me cabe en la cabeza que estos señores, después de haber visto la profunda equivocación de Televisa en proyectos como
La piloto y Hoy voy a cambiar, en lugar de sacar la casta y oponerse, como les correspondía en su calidad competencia, hicieron exactamente lo mismo.
Es como si hubieran recibido la orden de mandar un mensaje negativo. ¡Es algo monstruoso!
En el remoto caso de que usted no sepa de lo que le estoy hablando. ¿Qué fue lo que sucedió ahí? ¿Por qué estoy tan alarmado?
Nada personal es el remake de una de las telenovelas mexicanas más inolvidables de todos los tiempos, de un título que cambió la historia de la televisión nacional al atreverse, entre muchas cosas, a criticar al gobierno en turno desde los mismísimos medios de comunicación.
Este nuevo Nada personal comenzó como algo muy poderoso e importante porque parecía ser una suerte de versión corregida y aumentada de aquel potente clásico. ¡Pero no!
Independientemente de que desde el principio se fue por otros “lados”, su cierre fue una experiencia nociva desde todas las perspectivas.
A mí no me asusta ver en televisión abierta privada nacional que violen a una mujer, que la gente se agarre a balazos o que se digan groserías.
Me asusta que justo hoy que el gran tema nacional es la corrupción y que personajes como Javier Duarte protagonizan auténticas historias de terror, una telenovela venga y nos diga que la corrupción gana, que los Javidús acaban libres, felices y hasta con la posibilidad de asesinar a sus enemigos.
Y me asusta no porque yo defienda alguna posición política en particular.
Me asusta porque el melodrama es, por definición, un género didáctico y aunque Nada personal jamás navegó con bandera de telenovela era más melodrama que el melodrama más melodramático del mercado.
¿Ese fue el premio a tantos
meses de fidelidad? ¿Esa fue la gran lección?
Y no, que no nos salgan con el cuento de que se quisieron sentir tan creativos como en los tiempos de Cuna de lobos (1987) o El extraño retorno de Diana Salazar
(1988) porque esas telenovelas, si bien jugaron con sus epílogos, jamás contradijeron su esencia justiciera premiando a la maldad.
Qué manera tan más espantosa de acabar con un referente de la cultura popular de este país. ¿O usted qué opina?
En un millón de años
NatGeo está transmitiendo, desde hace varias semanas, una serie documental increíblemente buena y disfrutable por las nuevas generaciones.
Sí es importante que le diga esto de las nuevas generaciones porque cada vez es más difícil que los niños y los jóvenes se detengan a ver esta clase de contenidos.
Pero estamos hablando de algo tan oportuno y hecho de una manera tan fresca, tan como de videojuego, que hasta el más escéptico de los adolescentes termina por engancharse. Por supuesto, me refiero a En
un millón de años, un ejercicio de investigación que, como su nombre lo indica, habla de lo que se supone va a pasar no en 2018 sino en un millón de años más.
¡Y es como para ponerse a temblar de pánico! Pero también como para alimentar el morbo más irrefrenable, para echar a volar la imaginación y tomar precauciones, muchas precauciones.
¿Por qué habría que ver esta serie con tantos títulos tan buenos en tantas plataformas?
Porque vale como la más emocionante de las series de acción, política y ciencia ficción, pero también porque vale como ejercicio periodístico. La gente que participa en este proyecto, entre dramatización y dramatización, está ciento por ciento calificada para abordar, por ejemplo, temas de neurociencia, ingeniería e inteligencia artificial.
Son puras celebridades de la ciencia, la cultura pop y hasta de internet. Es mucho más divertido ver En
un millón de años y debatir sobre si los robots acabarán dejando desempleada a la mayoría de los series humanos que chutarse un aburrido, monótono y convencional documental sobre robótica.
Y es que En un millón de años está hecha como si se tratara de la nueva versión de Blade
Runner, con una propuesta cinematográfica que provoca y conmueve, y con una combinación de técnicas de lo más afortunada.
Si me permite una sugerencia, busque esta serie en sus diferentes horarios en la guía electrónica de su sistema de televisión de paga.
Pero, además, en la app de NatGeo que le permite ver esta clase de contenidos con la misma practicidad que los sistemas de distribución de contenidos en línea más populares de México tipo Netflix.
La app de NatGeo es una caja de sorpresas donde sus hijos y usted enloquecerán de felicidad con En un millón de años pero donde también pasarán grandes momentos con los shows de NatGeo Kids y con joyas como El
hijo de Hitler, Mars y Sharkfest. Se la recomiendo.