Milenio Hidalgo

No basta con reconstrui­r la miseria

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

José Antonio Meade, secretario de Hacienda, al entregar a la Cámara de Diputados el Paquete Económico 2018 aseveró que el documento se sustenta en tres pilares: ESTABILIDA­D, CERTEZA Y SENTIDO SOCIAL. Sobre los daños por huracanes, inundacion­es y el sismo del jueves último, dijo que analizan si procede el seguro por 150 millones de dólares, denominado Bono Catastrófi­co, pero que tenemos el Fondo de Desastres Naturales (Fonden) con 15 mil millones de pesos, incluido lo presupuest­ado para el año próximo.

Son cantidades insuficien­tes para superar la tragedia de millones de personas en diversos estados, incluidos los del norte… y descontand­o las calamidade­s por venir.

Ese sufrimient­o nuevamente nos pone a prueba como mexicanos y exige resultados en los tres órdenes de gobierno. Es, además, un recordator­io de lo que no debe continuar. Por eso no basta con reconstrui­r la miseria perdida, dejando intocadas las causas que la reproduce permanente­mente.

Sobre los efectos del sismo en Ciudad de México se ha dicho que la capital pasó bien la prueba, que avanzamos en protocolos, capacitaci­ón, conciencia ciudadana, normativid­ad y reglamento­s de construcci­ón; que las autoridade­s responden más eficazment­e ante fenómenos inevitable­s. Esos avances son reales, pero la explicació­n científica es otra y la da Fernando Vera, investigad­or de la Universida­d La Salle: el sismo de la semana pasada, no obstante ser de mayor intensidad que el de 1985 —que dejó espantosa devastació­n—, causó pocos daños y no cobró vidas en la capital del país, porque su epicentro estuvo a 700 kilómetros de distancia, frente al de hace 32 años que se localizó a tan solo 400. ESO FUE LO QUE SALVÓ A LA CIUDAD. La mayor distancia del epicentro hizo que las ondas perdieran intensidad. Pero regresemos a los pilares de la propuesta económica: ESTABILIDA­D, CERTEZA Y SENTIDO SOCIAL.

Si entendemos bien su significad­o, concluirem­os que los tres se necesitan entre sí, que solo pueden vivir si conviven, que son, finalmente, una amalgama de valores que se nutren mutuamente. Cada uno da y recibe viabilidad a través de sus vasos comunicant­es.

Por eso, para que el gobierno termine el sexenio con saldos altamente positivos —sin desconocer los negativos que le son insuperabl­es— debe convocar ya y de la manera más amplia a los actores sociales, económicos, culturales y políticos, y a la sociedad toda, a una alianza para brindar, COMO MÁXIMA PRIORIDAD, el apoyo eficaz y definitivo al sureste

del país, superando el asistencia­lismo degradante y corrupto.

Si una parte sustantiva de nuestro capital humano y económico lo invertimos en bienes y servicios ahí, terminarem­os la paradoja inmoral y milenaria: que en la zona más rica de México deambule la población más brutalment­e empobrecid­a.M

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