Los irrenunciables
Ruiz Esparza habla del socavón en Cuernavaca como si fuera ajeno al problema. Dice que los funcionarios y las empresas que tengan responsabilidad en la construcción del Paso Express deberán asumir consecuencias
Ysigue dando la mata del socavón. Gil no da crédito y cobranza. Resulta que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, que para efectos de este asunto encabeza Gerardo Ruiz Esparza, firmó el contrato para la construcción del Paso Express sin contar con un proyecto ejecutivo. Muy bonito: que al rato llegan nuestros cuates de Aldesem y Epccor, señor secretario. Perfecto, se les adjudica el contrato. ¿Sin proyecto ejecutivo, señor? Sin su mamá, si fuera necesario. No se diga más.
Esta irregularidad incrementó el costo de la obra solamente 714 millones de pesos. La nota de su periódico Reforma escrita por Rolando Herrera explica oportunamente que “en toda obra de construcción, lo usual es que primero se entregue el proyecto ejecutivo y después se contrate a quien lo va a ejecutar”. Resulta que en la SCT las cosas se hacen al revés, primero adjudican y luego reciben el proyecto. La auditoría refiere que la SCT emitió la convocatoria de la licitación en octubre de 2014, año en que se asignó, pero hasta 2015 Banobras recibió el proyecto. Muy bonito todo. Y nadie se atreva a pensar que en ese camino ocurrió algún soborno, una dádiva, en fon. Yo es otro Gil ha notado que el secretario Ruiz Esparza habla del asunto como si él fuera otra persona, alguien ajeno al socavón de Cuernavaca. Dice el señor X que los funcionarios y las empresas que tengan responsabilidad en la construcción del Paso Express deberán asumir las consecuencias. O sea, él mismo. Gil dice: esa columna de Uno hasta el fondo, Gamés la lee y se inconforma con la página del directorio. Se llama disociación cínica de los hechos.
El señor Ruiz Esparza puede ser un gran funcionario, buen padre de familia, un ser adorable (es más, Gamés ya siente que quiere a Gerardo), pero después del socavón en el cual perdieron la vida dos personas, debería renunciar e irse a casa. También es verdad que nadie renuncia en el gobierno de Peña, hay una especie de epidemia de los irrenunciables. La mamá de Gil podría ser huachicolera y Gamés, funcionario de alto rango, ¿por qué habría de renunciar? Yo qué, ¿acaso le llevo las cuentas a mi hermana? El cuñado de Luis Miranda, el señor Ricardo Víctor Mercado Galán, se aventó la audacia de ofrecerle dinero al periódico Reforma a través de una reportera, Dzohara Limón. Así arregla sus cosas el señor huachicolero: “Aquí te lo digo en corto, por eso no quería que estuviera la otra persona. Si crees necesario, con toda la confianza m’hija, porque veo que te estás comportando con mucha gentileza y con mucha amabilidad, si crees conveniente que tengamos que pagar algo al Reforma”. Lo que se dice una fina persona. No me voy y no me voy Los irrenunciables: una investigación revela que el gobierno federal ha creado empresas fantasma para desviar dinero y que una de las secretarías involucradas es la de Desarrollo Social: ¿renunciará Rosario Robles? Desde luego que no. Una instrucción muy severa: aquí nadie renuncia, se respeta la ley y se busca el futuro de México. Aigooéi.
Carlos Puig lo escribió, pero reiterar en este caso nunca estará de más: la SCT sabía perfectamente que tenían que cambiar el tubo y se hicieron patos. Que venga Conagua, que venga la manga del muerto. Querían terminar a gran velocidad y vean.
El tortuguismo: las empresas que construyeron el Paso Express son consentidas del gobierno de Peña. Gil lo leyó en su periódico El Universal: entre 2012 y 2017, Aldesem consiguió 20 contratos con el gobierno federal. Este año comió víbora en viernes, como decía el extinto padre de Gil; o sea, se sacó la lotería: un contrato de mil 247 millones de pesos por la construcción de la Torre de Control de Tráfico Aéreo del Nuevo Aeropuerto. Los irrenunciables nada dicen al respecto. La tortuga de la burocracia va paso a pasito y en una de ésas, un día, ¡zas! le quitan los contratos a los españoles y alguien renuncia. Olvídenlo, los sueños se cumplen muy pocas veces.
Sí, los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras el mesero se acerca con la charola que sostiene el Glenfiddich 15, Gamés pondrá a circular la frase de Italo Calvino por el mantel tan blanco: Cada elección tiene su anverso, es decir, una renuncia, por lo que no hay diferencia entre el acto de elegir y el acto de renunciar. m