Milenio Hidalgo

LA FRUSTRANTE INVENCIÓN DE LA NIÑA FRIDA SOFÍA

Un voluntario se abre paso velozmente entre el tumulto de gente que rodea la escuela, gritaba: ¡Familiar de Frida Sofía!; dos veces dijeron que le pasaron agua; “está debajo de una mesa muy fuerte…”, mencionaro­n otros... pero no, no existía

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El grito de un voluntario fue el arranque del cuento sobre la existencia de Frida Sofía: —¡Dónde están los padres...! —gritó abriéndose paso entre el tumulto de rescatista­s militares, policías, mirones y periodista­s aglomerado­s en el Colegio Enrique Rébsamen.

Dos veces dijeron que le habían pasado agua para que bebiera. Una vez en la mañana y otra la noche del miércoles. Lo hicieron a través de una manguera. Fue lo que dijeron rescatista­s civiles que trataban de sacarla con vida de las entrañas de la escuela. Eso, lo del agua que le enviaban, lo confirmaro­n rescatista­s de la Marina. No pudieron confirmar que la niña bebiera, pero creyeron que sí. Creyeron que estaba con vida. Pero de hecho no es que lo creyeran: estaban seguros de que la niña vivía.

—¿Estamos hablando de Frida? — preguntó el miércoles por la tarde, ahí mismo en el colegio, Azucena Uresti.

—De Frida… —respondió José Luis Vergara, Oficial Mayor de la Marina, quien confirmaba la informació­n que recibía de los rescatista­s civiles y militares.

La expectació­n por el rescate de Frida Sofía contagió a todos y no solo a quienes buscaban a la niña (de 7 o 12 años, no se tenía clara la edad), sino a periodista­s que reportaban desde el lugar de los hechos cada intento por llegar hasta el sitio donde estaba la pequeña.

“Estoy debajo de una mesa muy fuerte…”, mencionaba­n otros rescatista­s que decía Frida Sofía. Y daban más datos: se trata de una mesa de granito y es posible que ahí mismo haya cuatro niños más con vida.

El fervor rescatista también llegaba a los funcionari­os: el presidente Enrique Peña Nieto entraba al aire en Televisa:

“Estamos siguiendo y hemos estado muy atentos, como seguro estoy, muchos mexicanos han estado atentos, al caso de Frida Sofía, en la escuela Enrique Rébsamen…”, declaró el En los medios los enlaces al colegio eran constantes para reportar cualquier avance sobre el rescate. miércoles por la noche.

Todos hablaban de Frida Sofía. Todos rezaban por Frida Sofía. En las redes sociales se imploraba por la niña. En los medios de comunicaci­ón los enlaces al colegio eran constantes para reportar cualquier avance sobre el rescate de Frida Sofía. Los perros buscaban a Frida Sofía. Inclusive la famosa perra labrador de la Marina, la rescatista del mismo nombre: Frida.

Pero… este jueves, después de que la perra entrara a los escombros y no detectara señales de vida, por la mañana surgía una duda elemental: nadie había visto nunca a los padres de Frida Sofía. El gobierno federal (Marina, Sedena y SEP) pedía en un comunicado conjunto que los padres o familiares de “los niños presuntame­nte desapareci­dos” se presentara­n en el lugar para recabar datos sobre sus caracterís­ticas físicas y su vestimenta.

Pasaban las horas y nadie sabía quién era la niña. Y… ¡no existía Frida Sofía! ¿Qué había pasado, cómo había nacido el cuento de Frida Sofía? Martes 19 por la noche. Un voluntario se abre paso velozmente entre el tumulto de gente que rodea la escuela Enrique Rébsamen. Entre civiles, rescatista­s, paramédico­s, bomberos, fuerzas armadas y gente de Protección Civil, gritaba:

—¡Familiar de Frida Sofía! ¡Papá de Frida Sofía!

En segundos su voz se multiplicó por cientos de gargantas que repetían: “¡Familiares de Frida Sofía!” “¡Papá de Frida Sofía!” El primer pensamient­o que venía a la cabeza de los reporteros es que habían rescatado a una niña de nombre Frida Sofía; que una niña era salvada entre las toneladas de cemento y fierros retorcidos. Pero no.

—¿Qué pasa con Frida Sofía? —se le preguntaba al voluntario.

—Están buscando a su papá, porque ya hizo contacto con ella a través de mensajes de texto… —¿Quienes lo buscan? —Los rescatista­s... —respondió. Y desapareci­ó. Nunca nadie lo volvió a ver. No hacía falta. Frida Sofía ya existía. El cuento de Frida Sofía ya se había escrito… Al día siguiente ya todos hablaban de la niña. La informació­n fluía de fuentes oficiales: los medios daban a conocer que autoridade­s de la Marina confirmaba­n que una niña estaba con vida en el lugar. Frida Sofía texteaba en el lugar, dónde la señal de celular era mala e intermiten­te. ¡Qué suerte! Frida Sofía había dicho que estaba bajo un escritorio y que estaba acompañada de otros más. Todo eso se dijo. Y que no sabía si los otros El miércoles, alrededor de las tres de la tarde, un rescatista y un ingeniero, ambos civiles, informaron al subsecreta­rio de la Secretaría de Marina-Armada de México, Ángel Enrique Beltrán Sarmiento, quien estaba al frente de las operacione­s de rescate, lo siguiente:

“(un sensor térmico) nos indica la temperatur­a probable. Tenemos dos temperatur­as; ésta que vemos aquí puede ser un tórax, ahorita confirmado­s por una doctora de la Policía Federal… Ileana está con vida —interrumpe el ingeniero presente—, porque la temperatur­a del entorno es fría. El mando de la Marina solo asienta con la cabeza.

El rescatista le propuso a Sarmiento que para no arriesgar recursos y personal, “mi recomendac­ión sería tratar de tomar un ángulo distinto de una cámara con la intención de asegurarlo al cien, para poder utilizar todos los recursos y movilizarn­os”.

El ingeniero vuelve a tomar la palabra y se dirige al subsecreta­rio para decirle que definitiva­mente se trata de un cuerpo con vida.

—¿Mueve los dedos? —Preguntó el mando naval.

—Un poco —Contesta el ingeniero. Hasta los dedos movía Frida Sofía. Pero no. No existía…

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