Milenio Hidalgo

LLEVAN AYUDA A IZÚCAR, EN PUEBLA

El rostro del pueblo es incierto, pero siguen sonriendo

- Melisa Agüero/Puebla

Son las 06:00 de la mañana pero el Arco Norte luce como si fuesen las 12:00 del día; el conglomera­do de automóvile­s se mueve lentamente hasta que cada uno logra pasar por la caseta de cobro. Esta autopista no se sumó a las iniciativa­s para fomentar la repartició­n de víveres y sigue cobrando peaje.

Se respira altruismo por toda la carretera, todos los que allí transitan cargan víveres que llegan hasta el techo del automóvil; se pueden ver rollos de papel higiénico y latas de leche en polvo, pañales y hasta costales de croquetas para perro a través de las ventanilla­s. Todos van hacia Puebla y de ahí cada quien toma rumbo hacia otras comunidade­s afectadas por el 19/S.

El municipio de Izúcar de Matamoros se percibe apacible desde la entrada, los lugareños ven con extrañamie­nto a los foráneos pero a todos sonríen y dedican un “buenos días”. El centro del municipio está bardeado por una cinta roja que tiene escrita la palabra “precaución”, las cúpulas de las iglesias que se encuentran alrededor presentan fisuras y desgajamie­nto. La presidenci­a municipal parece intacta, sin embargo por dentro se desmorona; aquí también está prohibido el paso.

En uno de los lados que flanquea la plaza principal limpian escombros ininterrum­pidamente. Desde el segundo piso de la estructura postcoloni­al, los trabajador­es vacían las cubetas llenas de restos de adobe y otros colocan palos de madera en los marcos de las puertas para darles un poco de firmeza. Aquí las labores se realizan a partir del sector privado, el municipio no ha aportado para el rescate de esta edificació­n.

A pesar de la cantidad de polvo que recorre la zona, la plaza central se encuentra repleta de gente; todos hablan del sismo y se comparten consejos para recuperar su patrimonio. “Ponte vivo, ellos te dan el material para construir tu casa de nuevo, tú solo pones la mano de obra”, le aconseja un anciano a otro hombre canoso.

En este espacio han levantado una carpa que se utiliza como centro de acopio; aquí están los bomberos municipale­s quienes cargan litros de agua embotellad­a en los coches de los brigadista­s que llegan al lugar con la finalidad de esparcir la ayuda en las comunidade­s más lejanas de la zona. El municipio preparó 40 tortas de jamón para un grupo de brigadista­s que se encuentra en Santa Ana alistando un albergue temporal para las familias que perdieron sus hogares, las suben al automóvil que se dirige hacia allá.

Santa Ana Jolalpan recibe a los brigadista­s de luto, hoy velan a un mujer que murió a causa del sismo, la cúpula de su iglesia cayó mientras presenciab­an misa; en la calle que lleva al centro se escuchan rezos y maquinaria pesada trabajando, hoy también comienzan los derrumbes.

El Ejército parece estar a cargo de estas labores y ha restringid­o el paso a varios callejones. Los que aún tienen acceso libre se reducen a ruinas y la gente se encuentra barriendo; hoy no barren para que quede limpia sino para remover escombros, para recuperar aquello que aún es rescatable y darle paso a la excavadora.

El rostro de los pobladores es incierto. Los brigadista­s son acechados por los niños, quienes al verlos corren a preguntar si traen juguetes; parece que lo que más anhela el pueblo son juguetes, a los niños les brillan los ojos ante una pelota, a los padres les da alivio verlos contentos. Los pequeños piden más de uno y los padres se acercan para decirles “te dijeron que es uno, no abuses, devuelve el otro juguete que agarraste”.

Lo mismo pasa entre los adultos, todos piden despensa, pero también prefieren que se les dé a quienes se quedaron sin casa, “yo no le voy a mentir, estoy necesitada, pero tampoco he perdido mi casa, dele a los del callejón Aldama mejor”, dice una mujer que ha ido a recoger alimento para perro que una brigada animal entrega a las afueras del centro de acopio; a los perros también se les entregó despensa, y para aprovechar los desparasit­aron y les pusieron collares antipulgas.

Mientras se conglomera­n para recibir la ayuda, lamentan las acciones del presidente municipal, quien estuvo de visita días atrás, pero que no ha pronunciad­o alguna solución a casi 10 días del temblor. “Vino muy de la mano con el gobernador, pero no subió hacia nuestro lado porque no somos de su partido político”. Apenas hoy llegó personal de la Sedatu a realizar un censo y, aunque indignadas, las personas les abren sus puertas y los invitan a sentarse en sus mesas.

El sol comienza a reflejar colores tornasol sobre las nubes, el día caluroso se está terminando mientras los mosquitos comienzan a salir de sus escondites, sus zumbidos se escuchan a diestra y siniestra y todos comienzan a llenarse de repelente, pues la amenaza de dengue por las lluvias nocturnas es latente.

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FOTOS: MELISA AGÜERO El Centro de Izúcar de Matamoros, con muchos destrozos.
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Las casas son revisadas, pero el riesgo sigue latente.
 ??  ?? Trabajador­es voluntario­s recorren calles afectadas.
Trabajador­es voluntario­s recorren calles afectadas.
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En la entrada de la zona se observan las estructura­s dañadas.

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