LLEVAN AYUDA A IZÚCAR, EN PUEBLA
El rostro del pueblo es incierto, pero siguen sonriendo
Son las 06:00 de la mañana pero el Arco Norte luce como si fuesen las 12:00 del día; el conglomerado de automóviles se mueve lentamente hasta que cada uno logra pasar por la caseta de cobro. Esta autopista no se sumó a las iniciativas para fomentar la repartición de víveres y sigue cobrando peaje.
Se respira altruismo por toda la carretera, todos los que allí transitan cargan víveres que llegan hasta el techo del automóvil; se pueden ver rollos de papel higiénico y latas de leche en polvo, pañales y hasta costales de croquetas para perro a través de las ventanillas. Todos van hacia Puebla y de ahí cada quien toma rumbo hacia otras comunidades afectadas por el 19/S.
El municipio de Izúcar de Matamoros se percibe apacible desde la entrada, los lugareños ven con extrañamiento a los foráneos pero a todos sonríen y dedican un “buenos días”. El centro del municipio está bardeado por una cinta roja que tiene escrita la palabra “precaución”, las cúpulas de las iglesias que se encuentran alrededor presentan fisuras y desgajamiento. La presidencia municipal parece intacta, sin embargo por dentro se desmorona; aquí también está prohibido el paso.
En uno de los lados que flanquea la plaza principal limpian escombros ininterrumpidamente. Desde el segundo piso de la estructura postcolonial, los trabajadores vacían las cubetas llenas de restos de adobe y otros colocan palos de madera en los marcos de las puertas para darles un poco de firmeza. Aquí las labores se realizan a partir del sector privado, el municipio no ha aportado para el rescate de esta edificación.
A pesar de la cantidad de polvo que recorre la zona, la plaza central se encuentra repleta de gente; todos hablan del sismo y se comparten consejos para recuperar su patrimonio. “Ponte vivo, ellos te dan el material para construir tu casa de nuevo, tú solo pones la mano de obra”, le aconseja un anciano a otro hombre canoso.
En este espacio han levantado una carpa que se utiliza como centro de acopio; aquí están los bomberos municipales quienes cargan litros de agua embotellada en los coches de los brigadistas que llegan al lugar con la finalidad de esparcir la ayuda en las comunidades más lejanas de la zona. El municipio preparó 40 tortas de jamón para un grupo de brigadistas que se encuentra en Santa Ana alistando un albergue temporal para las familias que perdieron sus hogares, las suben al automóvil que se dirige hacia allá.
Santa Ana Jolalpan recibe a los brigadistas de luto, hoy velan a un mujer que murió a causa del sismo, la cúpula de su iglesia cayó mientras presenciaban misa; en la calle que lleva al centro se escuchan rezos y maquinaria pesada trabajando, hoy también comienzan los derrumbes.
El Ejército parece estar a cargo de estas labores y ha restringido el paso a varios callejones. Los que aún tienen acceso libre se reducen a ruinas y la gente se encuentra barriendo; hoy no barren para que quede limpia sino para remover escombros, para recuperar aquello que aún es rescatable y darle paso a la excavadora.
El rostro de los pobladores es incierto. Los brigadistas son acechados por los niños, quienes al verlos corren a preguntar si traen juguetes; parece que lo que más anhela el pueblo son juguetes, a los niños les brillan los ojos ante una pelota, a los padres les da alivio verlos contentos. Los pequeños piden más de uno y los padres se acercan para decirles “te dijeron que es uno, no abuses, devuelve el otro juguete que agarraste”.
Lo mismo pasa entre los adultos, todos piden despensa, pero también prefieren que se les dé a quienes se quedaron sin casa, “yo no le voy a mentir, estoy necesitada, pero tampoco he perdido mi casa, dele a los del callejón Aldama mejor”, dice una mujer que ha ido a recoger alimento para perro que una brigada animal entrega a las afueras del centro de acopio; a los perros también se les entregó despensa, y para aprovechar los desparasitaron y les pusieron collares antipulgas.
Mientras se conglomeran para recibir la ayuda, lamentan las acciones del presidente municipal, quien estuvo de visita días atrás, pero que no ha pronunciado alguna solución a casi 10 días del temblor. “Vino muy de la mano con el gobernador, pero no subió hacia nuestro lado porque no somos de su partido político”. Apenas hoy llegó personal de la Sedatu a realizar un censo y, aunque indignadas, las personas les abren sus puertas y los invitan a sentarse en sus mesas.
El sol comienza a reflejar colores tornasol sobre las nubes, el día caluroso se está terminando mientras los mosquitos comienzan a salir de sus escondites, sus zumbidos se escuchan a diestra y siniestra y todos comienzan a llenarse de repelente, pues la amenaza de dengue por las lluvias nocturnas es latente.