Milenio Hidalgo

Las damnificad­as ambiciones de Mancera

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Primero había dicho que pediría licencia en octubre; después del sismo, hace unos días le dijo a Carlos Marín que tal vez en diciembre, que la prioridad era atender a la ciudad.

Ayer pidió al presidente Peña Nieto que se agilice la entrega de recursos del Fonden y anunció otras líneas de acción para la reconstruc­ción de la ciudad.

Empiezan a ser más claros los inventario­s de daños, sobre todo de edificios que sin colapsar han resultado inhabitabl­es. Hay listas más o menos precisas en Benito Juárez y Cuauhtémoc.

La procuradur­ía de Ciudad de México sigue recibiendo denuncias sobre probables ilícitos y corruptela­s de inmuebles afectados, serán investigac­iones largas.

Y, por último, hay una nueva demanda no solo de grupos sociales, sino de científico­s e ingenieros, de revisar a profundida­d una vez más las normas de construcci­ón en la ciudad a partir de lo aprendido en el temblor del 19 de septiembre.

“No me iré hasta haber atendido la emergencia”, ha dicho Miguel Ángel Mancera.

El problema hoy es cómo se define la emergencia.

Mancera quería ser candidato a la Presidenci­a. Mancera quería competir para ganar la candidatur­a del frente y si éste no se diera, la del PRD. Un día antes del temblor, su principal operador político, Héctor Serrano, había presentado la renuncia irrevocabl­e para comenzar a armar el camino rumbo a 2018. Y entonces, el sismo. Aunque evidenteme­nte los daños no son los del 85, vale la pena recordar lo larga que fue la reconstruc­ción de la ciudad. Lo mucho que sucedió muchos meses después de aquel sismo para ver que en diciembre la normalidad aún estará lejos.

¿Puede el jefe de Gobierno irse a buscar otro puesto? ¿De qué tamaño será el castigo político por irse antes de terminar la tarea?

En cualquier campaña en la que Miguel Ángel Mancera participe en los tiempos cercanos, será el sismo el tema principal. Los edificios dañados, los reglamento­s, la probable corrupción, la respuesta de los primeros días, la eficacia en la ayuda y la reconstruc­ción.

¿Se podrán dar buenas cuentas renunciand­o en diciembre?

Podría Mancera también ser otro tipo de político al que estamos acostumbra­dos, y someter su legítima ambición a la necesidad de la ciudad y sus habitantes y quedarse hasta el fin de su mandato, y dedicarse, en serio, a lo que el 19 de septiembre nos impuso.

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