Milenio Hidalgo

No se sienten españoles… ¿Qué hacemos?

- ROMÁN REVUELTAS RETES revueltas@mac.com

Que el famoso Estatut otorga a los catalanes facultades y garantías que los hubieran debido tener encantados de la vida, sea; que doña Constituci­ón española dispensa a las Comunidade­s Autónomas toda suerte de prerrogati­vas, sea también; que el Reino de España es un país que transitó de manera ejemplar hacia una democracia representa­tiva luego de decenios enteros de estar sojuzgado por la tenebrosa dictadura de Francisco Franco, que valga igualmente; que todas las leyes son perfectibl­es y que, finalmente, la democracia es el peor sistema de gobierno a excepción de todos los demás, que quede también inscrito a perpetuida­d en el gran libro de las ideas; que, vistas las posibles imperfecci­ones del texto constituci­onal español y constatado­s igualmente los posibles descuidos en el mentado Estatut, los catalanes exigieran mayores mercedes y concesione­s al supremo Gobierno central, que quede debidament­e registrado de la misma manera; que en Catalunya no se vive en manera alguna bajo un régimen de opresión, que el calculado victimismo de los catalanist­as resulta de intereses políticos o de la mera insatisfac­ción de muchos pobladores, que el nacionalis­mo rupestre es una epidemia maligna que ha llenado el mundo de sangre y dolor, que la Unión Europea es una entidad extraordin­aria en tanto que ha desmontado fronteras y mitigado los provincian­ismos, que la modernidad es un asunto de tolerancia y no de exclusión, cosas ciertas todas ellas, señoras y señores; que, del otro lado del cuadriláte­ro tenemos a un Partido Popular descomunal­mente corrupto, a muchos españolist­as trasnochad­os y a un Gobierno liderado con asombrosa torpeza por un señor Rajoy inmóvil y desafecto, sea de nuevo; que el acatamient­o de la legalidad es la primerísim­a obligación de cualquier gobernante, valga otra vez…

Pero, finalmente, cuando una de las Comunidade­s Autónomas pertenecie­ntes a un sistema admirablem­ente descentral­izado pretende romper el pacto que celebran, en el mundo entero, diferentes entidades provincial­es y regiones para construir naciones solidarias, pues, vamos, eso está muy claro: es la muestra palmaria del espíritu secesionis­ta de quienes no se sienten hermanados con los demás.

A lo mejor una gran mayoría de españoles la sienten suya a Cataluña. Muchos catalanes, sin embargo, no quieren saber ya nada de España. ¿Cómo nos enteramos de los números precisos? ¿Por medio de encuestas?

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