VIVO, EL MITO DEL CHE
A 50 años de su crimen, la leyenda del guerrillero “crístico” se nutrió de su imagen “de luz” muerto en un catre
Más allá de la imagen de guerrillero que defiende un ideal, Ernesto Che Guevara estaba obsesionado con la muerte y la idea del martirio, según la investigadora franco-argentina Marcela Iacub, que estudió la psicología del célebre revolucionario argentino-cubano.
Iacub es directora de investigación en el Centro Nacional de Investigación Científica de Francia (CNRS) y acaba de publicar en francés Le Che
à mort (El Che a muerte). Para Iacub, hay dos leyendas que conciernen al Che y que lo han hecho un mito: la leyenda castrista y la leyenda “crística” en la que se apoya el filme hollywoodiense Che de Steven Soderbergh.
Para muchos, el Che se convirtió en una figura “crística” con la foto de su cadáver, tomada horas después de su ejecución por el ejército boliviano y para la cual se preparó su cuerpo: se le cortó el cabello y se inyectó formol en la cara. Varios fotógrafos llegaron al sitio donde estaba expuesto. Gracias a los flashes, los ojos del
Che estaban llenos de luz. El mundo entero vio esa foto perfecta, con la que el Che demostró que era un mártir en el sentido cristiano del término, ya que parece haberse entregado a sus verdugos en un estado de satisfacción. Para el análisis psicológico del
Che, Iacub se basó en sus escritos y poemas. Tenía para sí un ideal muy elevado. De joven quería salvar a la humanidad convirtiéndose en un gran científico. Estudió medicina pero al cruzarse en México con el joven abogado Fidel Castro, que preparaba su guerrilla contra el dictador Fulgencio Batista, el Che se sumó a su lucha y quiso “liderar una guerra total y definitiva contra el capitalismo”.
“Quería morir combatiendo, aun si el combate se saldaba con una derrota”, afirma Iacub.
Nacido en 1928 en el seno de una aristocrática familia de la provincia argentina de Córdoba, el no era ni comunista en su adolescencia, pero en sus Diarios de motocicleta, sobre su periplo en América Latina a los 20 años y que dio pie a la cinta del mismo nombre protagonizada por Gael García, “ya imaginaba su destino”.
“Lo que persiste del Che hoy es el mito del mártir”, dice Iacub —un mártir, además, con graves problemas de asma, que él convirtió en otro motivo para templar su carácter—. “Y la idea de que si mató, si exterminó a sus oponentes, fue para evitar cosas más graves. Si no ¿por qué tantos comunistas cayeron en el olvido y él no?”.
Sobre el legado de su lucha e ideario, la investigadora dice que, más allá de la prevalencia del mito, hoy “somos una sociedad más pacifista que en los años de 1960 y 1970: ya no aceptamos la lucha armada como medio para imponer nuestras ideas políticas a diferencia de décadas anteriores”.
En La Higuera, Bolivia, donde el Che fue asesinado a sangre fría por el suboficial Mario Terán el 9 de octubre de 1967, un día después de ser capturado herido y con 39 años apenas cumplidos, el gobierno de Evo Morales realizará una jornada de homenajes con motivo de los 50 años de su crimen y con hasta 20 mil invitados nacionales y extranjeros, entre ellos familiares del Che.
Pero también los militares bolivianos que acabaron con su guerrilla —que quería ampliar la lucha armada a Sudamérica— organizarán su propia ceremonia “en honor del ejército” que lo derrotó en la también mítica Quebrada del Yuro.