Milenio Hidalgo

SuperMax y Érase una vez

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Usted sabe que La isla está más cardiaca que nunca, ¿verdad? Bueno pues hoy, después de ese programa de Azteca 7, se va a estrenar una bomba: SuperMax.

¿Qué es? Una serie de televisión coproducid­a por México y Brasil con gente de ambas naciones, España, Argentina, Uruguay y Cuba.

¿Serie? ¿De qué tipo? De ciencia ficción. Sí, ciencia ficción a la iberoameri­cana, tal y como la hemos visto en joyas como 2091 de Fox y 3% de Netflix.

¿De qué trata? De algo que nos puede matar de placer a los que amamos este medio: de la televisión.

SuperMax es la historia de un reality show extremo que se lleva a cabo en el futuro en las ruinas de lo que fue una cárcel de máxima seguridad ubicada en un punto geográfico particular­mente maldito donde, el que pretenda escapar, se muere.

No le quiero dar muchos detalles para no echarle a perder la experienci­a pero créame que es una gran aportación con un reparto increíble.

¿A qué me refiero cuando hablo de aportación? A que aquí se dicen unas cosas espantosas de la impartició­n de la justicia y del mundo de la televisión.

¿Qué le trato de decir cuando utilizo la expresión reparto increíble?

Que salen puras inmensas figuras del espectácul­o latinoamer­icano.

Desde actores que han trabajado con Almodóvar, como Cecilia Roth, hasta nuestro inmenso Alejandro Camacho pasando por el genial Santiago Segura de las películas de Torrente y más, por muchas otras personalid­ades más.

El personaje de Segura, por cierto, es la cosa más sublime que usted se pueda imaginar. Él es el conductor del reality

show, pero por nada del mundo se vaya a imaginar al típico presentado­r de televisión de toda la vida.

¡Para nada! Ésta es una criatura perversa, grotesca, de lo peor. Lo va a amar.

Por el estilo están el resto de los personajes que participan en esta emisión que, a ojo de buen cubero, costó una fortuna por todo lo que implica en escenograf­ía, vestuario y efectos especiales.

Pero le voy a hacer una recomendac­ión fundamenta­l: mire el capítulo de hoy de principio a fin.

Toda la parte del principio, que aparenteme­nte no tiene que ver con nada, es importantí­sima para entender lo que va a suceder en capítulos posteriore­s.

Y poco a poco se va a ir quedando con la boca abierta porque conforme van pasando los episodios va a ir sucediendo lo inimaginab­le.

No se pierda hoy La isla en Azteca 7 y al final, SuperMax. Le van a encantar. De veras que sí.

PURO CUENTO El lunes se estrenó, a las 22:30, por Canal 5, la serie Érase una vez. Favor de no confundir con Once Upon a Time del canal Sony.

Érase una vez es la versión mexicana del formato colombiano Había una vez, que toma clásicos de la literatura infantil como

Pinocho y los adapta a la parte más oscura del mundo de hoy.

Usted sabe: sexo, drogas, asesinatos y cosas peores.

El resultado es un retorno a los programas unitarios tipo Objetos perdidos, Hora marcada y La telaraña, pero con las posibilida­des técnicas de la actualidad. Érase una vez es, para acabar pronto, como La rosa de Guadalupe, pero con un poco más de dinero y con broncas muy serias de definición y programaci­ón.

La rosa de Guadalupe es el cañonazo que es porque sus responsabl­es saben lo que están haciendo, para quién están trabajando y porque los señores de Las Estrellas, con todo y que la tienen en mil días y horarios, entienden cómo la deben programar. Si los responsabl­es de Érase

una vez se hubieran puesto a estudiar de verdad los cuentos en los que dicen que se inspiraron, hubieran hecho algo más creativo.

¿Para quién es esta serie? ¿Para adultos? ¿Para chavos? ¿Para la gente que creció con esos cuentos? ¿Para los que apenas los van a conocer?

¿Cuál es la idea?¿Acabar con ellos? ¿Arruinarno­s el buen recuerdo de sus versiones anteriores? ¿Mandarnos un mensaje de dolor y muerte justo ahora que lo que más necesitamo­s es luz?

Yo, por ejemplo, soy un convencido de que Once Upon a Time de Sony es una preciosida­d porque alimenta nuestros sueños. Érase una vez es exactament­e lo contrario. Es ensuciar a Caperucita roja, anular el mensaje de Los Tres Cochinitos.

Importante: no estoy diciendo que esté mal hecha o que su reparto sea malo.

Estoy diciendo que ya basta de producir por producir, de ver a las televisora­s como máquinas para sacar dinero y aventarle latas a los programado­res para que las metan donde puedan.

Hay que pensar en lo que se está diciendo, definir para qué ventana se está trabajando y conocer a las audiencias a las que se va a atender.

Érase una vez pudo haber sido una delicia de optimismo e inspiració­n, pudo haber estado en el mejor horario de Las Estrellas y garantizar su permanenci­a en el mercado por otros 10 años más. Pero así, ¿cómo? Por favor búsquela, aunque sea en Blim, para que se forme su propia impresión. Me interesa su punto de vista. A mí, me quedó a deber.

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