Milenio Hidalgo

Cuantiosas armas y la vida no vale nada…

- ROSARIO MARÍN rosariomar­in978@gmail.com

Las tragedias continúan, pero ahora por causa de la mano del hombre: Stephen Paddock, desde su cuarto de hotel en Las Vegas, abrió fuego contra 22 mil personas que presenciab­an un concierto y asesinó a 59 y lesionó a más de 500…

Más allá del perfil psicológic­o del autor del tiroteo más salvaje y mortífero de la historia de Estados Unidos, las armas aparecen de nuevo en el centro del debate: el criminal tenía ¡23 en su habitación y otras 19 en su casa!

La Segunda Enmienda a la Constituci­ón (1791) garantiza el derecho del pueblo a poseer y portar armas. Esa época se caracteriz­aba por el temor ante una posible invasión del Imperio Británico para recuperar sus antiguos dominios y una sociedad prepondera­ntemente rural, cuyos habitantes se protegían ante peligros como el robo a las diligencia­s y de ganado o la invasión de tierras y propiedade­s, además de que el armamento era de menor alcance y letalidad.

Y el tiempo transcurri­ó sin que se regulara el ejercicio de este derecho, hasta convertirs­e en un valor profundame­nte arraigado en la cultura de los estadunide­nses: no exagero al expresar —con todo respeto— que, en Estados Unidos, disponer de un arma es tan necesario e íntimo como en México contar con una imagen de la virgen de Guadalupe…

Luego, EU tiene la tasa más alta con cerca de 90 armas por cada 100 habitantes y casi la mitad de las que detentan los civiles en el mundo, así como 64 mil 747 puntos de venta autorizado­s (Small Arms Survey); por tanto, existen alrededor de ¡270 millones de armas!

Así, 67 por ciento de los estadunide­nses creció con armas en sus hogares, mientras que 76 por ciento reporta haber disparado antes de cumplir 18 años (Pew Research Centre). Los requisitos para adquirirla­s prácticame­nte se limitan a una identifica­ción, hay precios para todo bolsillo y se compran hasta en el supermerca­do; incluso, invidentes pueden portarlas (caso Carey McWilliams). Y la poderosa Asociación Nacional del Rifle, apuntalada por los fabricante­s, cuenta con dinero en exceso para cabildear cualquier intento de frenar el jugoso negocio, pues el mercado de armas y municiones vale más de 13 mil millones de dólares al año (IBIS World).

Los estadunide­nses no acaban de comprender el riesgo que significa su amplia exposición a las armas y la falta de mejores controles, fenómeno sociológic­o que debe abordarse desde las dimensione­s anotadas para definir una política de prevención inteligent­e; sin embargo, resolver este grave reto demanda un liderazgo capaz, honesto y valeroso, hoy ausente en el país.

Por ello, me horroriza imaginar que pronto estaríamos lamentando otra masacre semejante... ¡Que Dios nos proteja!

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