El otro desastre
Una de las herencias más nefastas de nuestro pasado autoritario tiene que ver con los montos destinados al gasto en publicidad oficial y a la manera en la que esos recursos públicos son asignados. Subrayo lo de recursos públicos.
En la campaña presidencial de 2012, Enrique Peña Nieto se comprometió a reconstruir la relación entre el gobierno federal y los medios de comunicación. Para lograrlo, el entonces candidato ofreció una serie de reformas constitucionales que respondían a las exigencias impulsadas por el movimiento estudiantil #YoSoy132. Los jóvenes demandaron mayor transparencia en la asignación de los recursos destinados a la publicidad oficial, protección a la libertad de prensa y garantías para ejercer el acceso ciudadano a la información pública. Desde que asumió el cargo, el presidente Peña Nieto se olvidó de cumplir su palabra y actúa en contra sentido a los reclamos que prometió atender.
La reforma en materia de telecomunicaciones hace poco o nada para recomponer la oscura relación entre gobierno y los medios encargados de fiscalizar la función pública. A más de cinco años de arrancar su administración, el gobierno federal y los gobiernos estatales se han consolidado como las principales fuentes de ingreso publicitario para la enorme mayoría de los medios de comunicación en el país. Una condición que los gobernantes en turno explotan para controlar el libre flujo de las ideas, la crítica y la información que reciben los mexicanos.
Según un estudio de Fundar, entre 2013 y 2016, el gobierno de Peña Nieto gastó 36 mil 261 millones de pesos en publicidad oficial, poco más de 70 por ciento de lo aprobado por el Congreso y un monto cercano al costo que tendrá la reconstrucción de las zonas afectadas por los terremotos del 7 y 19 de septiembre.
Esto ocurre mientras el gobierno ha decidido reducir el gasto para la atención de desastres naturales hasta en 50 por ciento, como parte del plan de austeridad del Ejecutivo federal ante la caída en los precios del petróleo.
A los huracanes y terremotos que han azotado al país en los últimos meses, se suma otro desastre. El que tiene que ver con el control y la manipulación de la información a través del gasto en publicidad oficial. De ese, todos resultamos damnificados.