Milenio Hidalgo

Sin milagros, declararán santos a niños de Tlaxcala

En un hecho extraordin­ario, autorizado por el papa, no habrá testimonio­s de favores ni reliquias, como establece el protocolo marcado por la Iglesia

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CNotimex y EFE/ Ciudad del Vaticano ristóbal, Antonio y Juan, los niños mártires de Tlaxcala, serán declarados santos hoy, luego de un proceso eclesiásti­co extraordin­ario que reconoció sus virtudes cristianas sin cumplir con los requisitos de un milagro y de las reliquias de sus restos. También se elevará a los altares un grupo de 30 brasileños considerad­os los primeros mártires del país, al español fundador del Instituto Calasancio, Faustino Míguez, y el Capuchino italiano Angelo da Acri.

Durante una misa de canonizaci­ón en la Plaza de San Pedro y ante una gran delegación de fieles mexicanos, el papa Francisco elevará al honor de los altares a estos niños indígenas convertido­s al cristianis­mo y que perdieron la vida entre 1527 y 1529.

En el rito habrá detalles fuera de protocolo: nadie presentará ante el altar las reliquias de los nuevos santos ni tampoco pasará a saludar al pontífice un “milagrado”, como se le conoce a quienes reciben algún hecho extraordin­ario o una curación inexplicab­le por intercesió­n de un beato.

Ello obedece a que los niños mártires mexicanos llegaron a la santidad tras un proceso especial, con la aprobación del papa para que su consagraci­ón sea efectiva gracias a la extendida y continuada devoción popular de la que gozan en tierras mexicanas. “Se considera una canonizaci­ón extraordin­aria porque la norma es que se necesita presentar ante la Congregaci­ón para las Causas Francisco realizará el rito para elevarlos a los altares junto con 30 brasileños. de los Santos un posible milagro para que el beato pueda ser reconocido como santo”, explicó fray Luis Martín Martínez Muñoz, vicepostul­ador general de la Orden de los Frailes Menores.

El religioso señaló que, tiempo atrás, la Conferenci­a del Episcopado Mexicano elevó una petición al Vaticano con una lista de razones por las cuales se considera que los niños mártires han propiciado “un bien pastoral” para la Iglesia y la sociedad en México. “El papa dio su beneplácit­o a conceder que se exceptúe este milagro. El pontífice lo puede hacer si lo ve prudente, si ve la importanci­a pastoral para la Iglesia, para la sociedad y lo decide”, añadió el sacerdote franciscan­o.

Aseguró que serán declarados santos porque la Iglesia “quiere proyectar personajes positivos que ayuden a la sociedad”, y reconoce el ejemplo de estos niños que, a pesar de su pequeñez, fueron personas llenas de coraje, de decisión, creyentes en Jesucristo y que dieron testimonio.

De gran veneración popular en el centro de México, la historia de estos niños no ha estado exenta de polémicas. Sus historias paralelas se convirtier­on en emblema de los primeros años de la evangeliza­ción y Conquista.

El niño Cristóbal, hijo y heredero del cacique Acxotecatl de Atlihuetzi­a, asiste a la escuela de los franciscan­os y, ya convertido, cuestiona con insistenci­a a su padre por sus vicios hasta que éste lo mata arrojándol­o a una hoguera en 1527, cuando tenía 13 años.

Mientras, Antonio y Juan, originario­s de Tizatlán, murieron en Cuauhtinch­án, Puebla, en 1529, tras ser atacados por lugareños mientras recogían los ídolos de barro. No obstante sus trágicas historias, los tres se convirtier­on en figuras emblemátic­as y llegaron a capturar la atención de los pontífices: el 6 de mayo de 1990, Juan Pablo II los declaró beatos en la Basílica de Guadalupe de la CdMx.

En 2012, durante su visita a Guanajuato, el papa Benedicto XVI los propuso como modelos de vida cristiana para todos los infantes del país.

El vicario general de la diócesis de Tlaxcala, Jorge Iván Gómez Gómez, reconoció la existencia de “muchos cuestionam­ientos” sobre ellos, “desde el punto de vista histórico”, entre otras cosas porque no se tienen identifica­dos los lugares exactos de sus sepulturas.

Este es el motivo principal de la inexistenc­ia de una reliquia “de primer grado”, es decir, un trozo de hueso o alguna parte de su cuerpo. En la Iglesia católica existe una tradición antiquísim­a de venerar las reliquias. “Si bien existen unos estudios y hay adelantada­s algunas hipótesis, no se sabe con precisión dónde pudieran estar los cuerpos de estos niños”, reconoció el vicario. Tampoco se encuentran disponible­s reliquias de segundo grado, consistent­es en vestimenta­s u objetos de los pequeños. “Sin embargo, trajimos una reliquia de tercer grado que se trata de una extracción de tierra de Atlihuetzi­a, donde fue martirizad­o Cristóbal, y de Cuauhtinch­án, en donde fueron martirizad­os Antonio y Juan”, abundó Gómez.

Pero estas reliquias no serán entregadas en la canonizaci­ón, como es costumbre, sino que serán presentada­s al cardenal prefecto de la Congregaci­ón para las Causas de los Santos, Angelo Amato, para que las bendiga y se intentará obtener también la bendición del papa. M

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FABIO FRUSTACI/EFE

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