Milenio Hidalgo

JULIO CÉSAR MONDRAGÓN, UN ROSTRO SIN JUSTICIA

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la prueba de ADN”, recuerda.

Se realizaron 22 procesos legales en siete localidade­s para obtener el ADN de Julio César y confirmar su identidad. Marisa comenzó a presionar a las autoridade­s y el 26 de enero de 2016 tomó medidas extremas: marchó a las instalacio­nes de la PGR con el féretro vacío, exigiendo que le regresaran el cuerpo. El 12 de febrero del año pasado la familia lo enterró de nuevo.

Con este segundo dictamen realizado por diversas instancias siguieron las contradicc­iones sobre cómo Julio César fue asesinado.

“El equipo forense de la PGR afirma que Julio César fue desollado con un arma punzocorta­nte y que después de que ya estaba privado de la vida y sin en el rostro, interviene la fauna del lugar, algunas ratas, a terminar de devorar el tejido blando”, señala Herrera.

La CNDH difiere: la necropsia realizada concluye que “la ausencia de tejidos en la cara y cuello, así como el desprendim­iento del ojo izquierdo, fueron provocados por la inclusión de la fauna depredador­a del lugar en una etapa post mortem”.

La abogada denuncia que la investigac­ión está fragmentad­a entre las indagatori­as de la Fiscalía de Guerrero y la Unidad Especializ­ada en Investigac­ión del Delito de Tortura de la PGR, que atrajo el caso en septiembre 2016, después de los resultados de la segunda autopsia.

En un año la fiscalía no ha imputado responsabi­lidad a nadie y en Guerrero no hay ningún servidor público ni miembro de la delincuenc­ia organizada sentenciad­o por el homicidio y tortura de Julio César.

Además de los 22 policías señalados por el caso, las autoridade­s detuvieron en enero de 2016 a Mauro Taboada Salgado, El Molero, acusado de participar en el asesinato.

Marisa insiste en que el caso se tiene que aclarar: “Hay que echarle ganas por mi hija, para que sepa que su padre no fue cualquier persona y que no hizo mal a nadie”. M

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