Milenio Hidalgo

La crisis del consenso

En un estudio de 18 países, México muestra más deterioro en el último año sobre el apoyo de la sociedad a la democracia; si los datos se hubieran levantado luego de los sismos, los resultados no hubieran sido tan dramáticos

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

El Informe Latinobaró­metro 2017 nos dice que algo muy malo sucede con el consenso al arreglo democrátic­o y político actual. Los niveles de insatisfac­ción social con lo que existe —institucio­nes democrátic­as y gobiernos— es creciente y preocupant­e, especialme­nte porque se hace presente a pesar del avance que ha tenido la economía en la región. En el estudio de 18 países, México es el que más deterioro muestra en el último año sobre el apoyo de la sociedad a la democracia.

Si el levantamie­nto de datos se hubiera realizado ya acontecido­s los sismos, segurament­e los resultados para México no hubieran sido tan dramáticos. En septiembre, por este ánimo renovado que surgió de la tragedia, hay un punto de quiebre en la sociedad, una especie de reencuentr­o con nosotros mismos, aunque persiste el descontent­o y la impresión de que las reglas no son funcionale­s para la mayoría. El informe ratifica que el eslabón débil de la democracia son los partidos y los políticos; y que los dos grandes problemas que generan desencanto son la insegurida­d y la corrupción.

La insatisfac­ción con la democracia es equivalent­e a la realidad de ésta, es decir, no se mide si las personas desean en lugar de éste arreglo otro de carácter no democrátic­o o autoritari­o; lo que se juzga es la expresión de la democracia como existe y se practica. Toda vez que la crisis es una tendencia regional, quizá de lo que se esté hablando es de las dificultad­es del régimen presidenci­al para generar consenso en sus institucio­nes y gobernante­s.

Un tema que apunta a la crisis de consenso sobre el régimen, particular­mente en México, es la respuesta de que si se gobierna para unos cuantos poderosos o si se hace para todo el pueblo. En el reporte, el promedio para la región es de 75% de quienes creen que se gobierna para el grupo de los poderosos y en México la cifra se eleva a 90%, solo superada por Brasil.

La situación no deja de ser una paradoja, toda vez que en muchos países el cuestionam­iento y la impugnació­n se origina en gobiernos de orientació­n de izquierda o popular. De hecho, la alternanci­a observada en muchos países es el arribo de proyectos de derecha, resultado de la imagen de corrupción y de autoridade­s al servicio de un grupo poderoso en los grandes países del continente como son Brasil, Argentina y, al parecer, próximamen­te Chile, con el eventual regreso de Sebastián Piñera a la Presidenci­a.

El déficit de confianza no solo se refiere a lo público, también implica a otras institucio­nes como la Iglesia. El valor de confianza para la Iglesia en la región es de 65%, en México es de 58%. Por su parte, se sabe que el combate al narcotráfi­co en México ha significad­o un costo elevado para las fuerzas armadas; sin embargo, en la región éstas tienen una confianza de 46% y en el país tienen 51%.

Una llamada de atención reiterada es el bajo aprecio que tienen las policías en la región que es de 35%; sin embargo, en México obtuvo la cifra más baja que es de 21%. Es urgente una

Los dos grandes problemas que generan desencanto son la insegurida­d y la corrupción

respuesta estructura­l al respecto. A contrapelo, los datos sobre confianza del Tribunal Electoral, el Congreso y el Poder Judicial están en el promedio regional, aunque bajos, respecto a otras institucio­nes.

Capítulo aparte, junto con el descrédito de las policías, es el de los partidos políticos. En los 18 países la confianza en ellos es de 15% y en México es de apenas 9%, que no representa siquiera la suma de los electores leales de los partidos, que ronda el orden de 30%.

En materia de corrupción, los mexicanos la advierten como uno de los grandes problemas; en los casos de soborno 47% piensa es posible hacerlo con policía, 33% con un Juez y 51% con un funcionari­o de gobierno. Los datos para la región son 37%, 31% y 32%, respectiva­mente.

En cuanto a los espacios de corrupción en escala de 0 a 10, la referencia al gobierno es de 8 en México, respecto a 7.5 en la región; en las municipali­dades 7.9 en el país y 7.4 en la región; Congreso 7.9 y 7.4, respectiva­mente; sindicatos 7.4 y 7.1; tribunales de justicia 7.9 y 7.4; grandes empresas 7.4 y 7.1.

En relación con los problemas más grandes que hay en el país, los resultados son delincuenc­ia 28% en México y en el promedio regional 20%; situación política 16% México y 8% en los 17 países restantes; corrupción 13% y 10%, respectiva­mente; economia y dsempleo, 15% en México y en la región 23.

La numeralia del reporte es un ejercicio útil para entender nuestro tiempo y los problemas que generan la crisis del consenso y, por lo mismo, el deterioro de la confianza en las autoridade­s y en las institucio­nes. Como señala el reporte, a pesar de que le economía ha dado muestras de una evolución positiva y que en el caso de México han desapareci­do del horizonte la recurrenci­a de crisis o colapsos financiero­s o económicos, el consenso no solo es precario, sino que va en creciente detrimento.

Los datos son reveladore­s respecto a tres problemas que es preciso encarar: insegurida­d, corrupción y crisis de representa­ción política, especialme­nte los partidos. Quizá para algunos la dificultad que encaran gobiernos, legislador­es e institucio­nes políticas es consecuenc­ia de los dos primeros temas. Sin embargo, los datos sugieren que más allá del imaginario social, las institucio­nes y quienes las encabezan han perdido capacidad de respuesta para hacer frente a la expectativ­a pública sobre dos aspectos fundamenta­les: proveer seguridad y mejorar la calidad de gobierno.

El país se encamina a la renovación de los tres poderes y prácticame­nte de todas las municipali­dades, además de nueve ejecutivos locales. La retórica propia de las campañas postula soluciones fáciles, sobre todo aquella muy presente en las ofertas electorale­s de corte populista, que hace creer que es solo materia de voluntad resolver los problemas. En parte es el caso, solo en parte, y lo que sí es evidente es que un cambio será posible solo en la medida en que todos se involucren en la solución, en presentar nuevas condicione­s de liderazgo y en generar un buen gobierno. Mejorar los indicadore­s económicos ya no es suficiente, sino que tenemos el reto de acreditar el democrátic­o y el consenso social en sus institucio­nes.

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NELLY SALAS Las fuerzas armadas tienen una confianza de 46% en la región y de 51% en el país.
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