Renovación, dirigencias del PRD de Hidalgo
La relevancia de la dirigencia de un partido político no es un fenómeno reciente, es el principio de la columna vertical del órgano político. Dependiendo de sí mismo se debilita o fortalece el instituto, se promueve o bien se desincentiva el surgimiento de líderes.
En las últimas décadas se ha debilitado la fuerza de los partidos políticos por la ausencia del liderazgo en la dirigencia, únicamente canalizan sus esfuerzos hacia los conflictos internos, mostrando así una nueva faceta excesivamente personalizada, fuera de la ideología y dogma del partido.
Lo anterior, simplemente no va acorde a su misión y objetivo de servir a los ciudadanos así como a sus clientelares, acción que les debilita ante el debate y los acontecimientos políticos, sociales y económicos que vive el país, causándole un rompimiento con la infraestructura social y de programas que se refieren al bienestar social.
Sin duda alguna, la dirigencia de los partidos parece haber tenido antecedentes políticos significativos; sin embargo, muchos de ellos no han alcanzado el nivel de liderazgo por varias razones circunstanciales como son factores políticos nacionales y estatales que le han ocupado al apadrinar un liderazgo administrativo controlado por la cúpula política en el poder de decisión del mismo partido y sólo han desarrollado su liderazgo en la época electoral para negociar con las fracciones políticas y seleccionar a los candidatos.
Así, su funcionamiento dirigido por las campañas electorales se canaliza de manera fundamental indirectamente al candidato y no al partido; por lo tanto, no debe sorprender que los dirigentes se transformen en líderes temporales sólo para escalar un cargo popular o un puesto en la administración pública.
De manera general, el liderazgo político se encuentra motivado por incentivos y objetivos ideológicos asociados, lo visto es que la mayoría de quienes encabezan la dirigencia de un partido, tratan de permanecer más tiempo en el poder y esto influye en su conducta, la que establece una noción egoísta cuyas acciones se quedan entorno y sirviendo a sus propios intereses personales, por lo que es altamente nocivo, quizá excesivo de ambición del poder.
Esa temática ha recibido cierta crítica por la ciudadanía, pero que es ignorada por los dirigentes y la cúpula de todos los partidos políticos. De esa forma y con base en una serie de cuestionarios se puede afirmar que todas las dirigencias tienen estas enfermedades de poder y son relacionadas con las patologías de los sistemas políticos no sólo con defectos en las estructuras partidistas; por ello, la ciudadanía no legitima ninguna dirigencia de un liderazgo partidario, convirtiéndose en dirigencias defectuosas, siendo más factible que un partido domine a un dirigente que está íntimamente ligado con las élites que dominan el poder del partido.
Bajo este escenario, hace dos semanas el Partido de la Revolución Democrática (PRD) en el estado de Hidalgo eligió a su nuevo comité estatal y su presidente, en el cual la habilidad política del profesor José Guadarrama se vio al formar este comité y establecer lazos cercanos con los grupos pequeños dentro del PRD los cuales no pertenecen a su círculo ni formal ni informal.
Por otro lado, la nueva dirigencia se encuentra regularmente constituida por la base de la coyuntura y necesidad que asegura una capacidad de sobrevivir al partido fuera de los conflictos internos y cabe resaltar el nuevo presidente del PRD en el Estado de Hidalgo, Manuel Hernández Badillo, quien podría alejarse de las tribus y transformarlo en una nueva estructura partidista.
En este sentido, se destruye la vieja forma de dirigir al partido, haciendo a un lado a esos grupos que acabaron con el mismo; por ello, presumiendo que el énfasis en los procesos de seleccionar a la dirigencia se coloca sobre la habilidad y la inteligencia de un líder para contribuir a una imagen de un nuevo instituto político puede ser aceptable por la ciudadanía.