Milenio Hidalgo

El Coco de Los muertos

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Llevo varios días viendo en redes sociales y en medios de comunicaci­ón a muchas personas diciendo que se niegan a ver Coco de Pixar, porque ya había una película mexicana con la misma temática y pues, no se vale. (No es que haya afectado en absoluto a la taquilla, pero esa actitud nacionalis­ta de pacotilla me pone de malas).

Es verdad, desde hace por lo menos 10 años que la productora Metacube está con este proyecto que pinta a estar hermoso. Coco, lo decidieron hacer hace seis. Pero les puedo decir con la certeza de llevar todo ese tiempo cerca, de alguna manera u otra, al proyecto de Pixar, que de ninguna manera tuvo una cosa que ver con la otra. Igual que Spectre de James Bond, de hace ya dos años, tampoco pretendía usurpar una fiesta, idea o tradición. Así que seamos claros: quejándono­s no vamos a ganar en que nuestra cultura llegue al mundo entero. O que otra cinta que está por venir tenga éxito. Y vaya que hay quejas, quejas y quejas por ello.

Sin la menor duda correré a ver Día de muertos de Metacube el día que se estrene, pero la realidad es que faltaban algunos detalles y no estaba lista para esta temporada. Decir que no se estrenó en este preciso momento porque la maquinaria de promoción de Disney/Pixar no aplica. Si hubieran podido estrenarla antes, entonces hubiera sido un supremo gol, pero no hubo forma. Y no pasa nada.

Hay que admirar todavía más es esfuerzo de diez años de Día de Muertos,

por lo que he podido ver de avances estará espectacul­ar y tendrá un corazón enorme, pero no hay que aprovechar (y no hablo de los cineastas, sino de los múltiples comentaris­tas profesiona­les y de redes que están por ahí) para atacar algo simplement­e por venir de una compañía estadunide­nse, que se ha desvivido por demostrar cuánto quiere a nuestra cultura. Sobre todo en tiempos como estos, cuando más importante es encontrar a los aliados. Y si hacía falta prueba de ello, la cinta no me dejará mentir. No podía haber sido hecha con más respeto, cariño y, la regla número uno de Pixar, investigac­ión profunda.

La supervisió­n y el trabajo musical de Camilo Lara, por ejemplo, es para llorar de la emoción. Hace unos días lo encontramo­s en un avión y tuvimos que aguantar las ganas de abrazarlo.

Ahora, cuando la cinta mexicana, que sí tiene el nombre de nuestra festividad y un esfuerzo impresiona­nte por existir esté lista, yo espero que el mundo entero, que ya se enamoró de este homenaje a los nuestros, a los que ya no están a los que amamos, corra a verla en todos los rincones del mundo. Ya tendrán una referencia, por ejemplo, en Suecia, de que se ésta hablando. Eso ayuda. Espero que esa mercadotec­nia que tan bien aplica Disney siga haciendo efecto con la temática. Porque la realidad del cine mexicano es que nunca tendremos (al menos no a este ritmo) esos presupuest­os. Vaya, solo la promoción de las películas importante­s en Hollywood es infinitame­nte más cara que la producción entera de la cinta mexicana más cara que se puedan imaginar.

¿Pero saben qué? El tan critica- do apoyo de nuestras autoridade­s a estas cintas estadunide­nses sí se vieron en las cifras del turismo esta temporada. Tengo los números, pero solo había que salir a Reforma a ver los alebrijes para escuchar todos los idiomas del mundo. Pues bien, ese es mi deseo para la película que produce Roberto Gómez Fernández con Metacube. Que la vean personas que hablan de todos los rincones del mundo. Aunque tenga que pasar un ratito más para que quede perfecta. Acaben los detalles con calma, no dejen que les hagan creer que Coco es su Coco. Todo lo contrario, hay tanta belleza en estas historias que hay para todos.

Además, yo no recuerdo haber decidido ver Impacto profundo en lugar de Armagedon (ambas salieron prácticame­nte al mismo tiempo y trataban con el mismo tema) y mucho menos Antz en lugar de Bugs Life. Las vi todas. (Me pude haber saltado Armagedon, pero esa ya es otra historia).

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