Milenio Hidalgo

Juan Gabriel Valencia, Joel Ortega, Juan Ibarrola

- JUAN GABRIEL VALENCIA valencia.juangabrie­l@gmail.com

El próximo lunes es un día óptimo para hacer una lectura tan absurda como indispensa­ble, como es el Plan de Desarrollo de López Obrador. Ejercicio necesario para construir y robustecer la exegesis de la sinrazón o de la nada.

En evento programado en el Auditorio Nacional, Morena hará algunos anuncios importante­s, no por su contenido en sí mismos sino por el abanico de oportunida­des que abre para la mejor valoración de lo que podría ser su gobierno en cuanto a programas y personas. Subráyese el podría ser, porque con un mentiroso compulsivo nunca se sabe. Si no, pregún- tenle a Ricardo Monreal.

Después de 17 años poco se sabe de qué quiere López Obrador. No quiere a la mafia del poder, no quiere a los corruptos, más que a los suyos, no quiere que se “entreguen” los recursos de la nación, no quiere que se persiga a los delincuent­es pobres, no quiere gobernar en la sede del gobierno sino ser itinerante.

No quiere que lo comparen con nadie tampoco, segurament­e porque es incomparab­le. No quiere que le enmienden la plana o piensen distinto porque son traidores o integrante­s de la mafia. Es amplio el catálogo de lo que no quiere.

No está claro qué quiere ni cómo lo quiere y en ese sentido su plan del lunes puede servir para aclarar y precisar el contraargu­mento que aun cuando se trate de la discusión con un pequeño necio e ignorante, es relevante cuando lo que está de por medio es la Presidenci­a de México y están en riesgo los logros de esta y de varias generacion­es.

En materia de proyecto educativo se sabe de su respaldo a la sección 22 de la CNTE. En materia de energía, tema de su predilecci­ón nativa, según él no modificará el marco legal reformado en este sexenio, pero revisará los contratos (¿?); construirá refinerías vaya uno a saber con qué dinero y a través de subsidios a los combustibl­es quebrará a Pemex o, mejor aún, a la hacienda pública. En materia de seguridad pública, a los pobres no se les perseguirá, o eso ha dado a entender, aunque no esté muy claro cómo hacer de la pobreza excluyente de la responsabi­lidad de matar a marrazos a 72 inmigrante­s o incinerar a 43 jóvenes. En materia de narcotráfi­co va a convencer al gobierno estadunide­nse de que haga lo propio con sus ciudadanos para que ya no consuman drogas o por lo menos opiáceos. La corrupción terminará al día siguiente de que tome posesión, si fuera el caso de que semejante barbaridad ocurra. Todo eso y nada es lo mismo.

Pero del evento del lunes hay algo mejor. Se dice que dará a conocer a quienes serían sus colaborado­res más cercanos. Si lo hace, el error es una auténtica delicia. Sus adversario­s y sus enemigos tendríamos siete largos meses para desmenuzar la biografía de los delincuent­es o fracasados que habrán de rodearlo. Es una perla de campaña que sería increíble que las demás opciones electorale­s dejaran pasar.

Lo que es una lástima del evento del lunes es que no hayan sido invitados los consejeros del INE para probar de primera mano lo que es la impunidad y tomar conciencia de su completa inutilidad como autoridad.

Un buen lunes para cometer cualquier cantidad de errores.

Lo que es una lástima del evento del lunes es que no hayan sido invitados los consejeros del INE para probar de primera mano lo que es la impunidad

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