Milenio Hidalgo

PINTURA DE REMEDIOS VARO, UNA FORMA DE CATARSIS

“Para mí es una inspiració­n, era una mujer muy valiente para su tiempo y me gusta mucho cómo dibujaba”, dice Andrea Velázquez Rivera, estudiante del Instituto de Artes

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“R. Varo” hasta “Remedios Varo” pasando por otras abreviatur­as, pero al final todas forman parte de sus facetas y de los momentos que vivió como artista.

Hay pocas obras de la vida de Remedios Varo en su estancia en España, ya que fue en París, Francia, donde comenzó a despuntar como artista visual y en su exilio a México en 1942 definitiva­mente se dedicó a la pintura como una forma de catarsis que ha sido exaltada por la crítica especializ­ada.

La mayoría de los visitantes son mujeres, están fascinadas con la obra de una mujer que, dicen, fue libre en una época de estigmas y tabúes sociales, pues no sólo fue libre de no tener hijos, sino que también pudo tener las parejas sentimenta­les que quiso y su obra recuerda su concepción del mundo.

“Para mí es una inspiració­n, era una mujer muy valiente para su tiempo y me gusta mucho cómo dibujaba”, dice Andrea Velázquez Rivera, una estudiante del Instituto de Artes que desea ser algún día como la artista visual española.

Aunque hay poca luz en el Cuartel del Arte, se busca mantener una temperatur­a estable para evitar dañar las obras que ahora son propiedad del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y que regularmen­te pueden observarse en el Museo de Arte Moderno (MAM).

“El alma de los montes” es una de las últimas obras que pintó Remedios antes de viajar a México, mientras que “Naturaleza muerta resucitand­o” es la última creación de la artista antes de morir en 1963, marcando en un lapso de más de dos décadas la transforma­ción en las técnicas, materiales e interpreta­ciones de una artista antes y después de llegar a México.

Uno de los problemas principale­s de la galería es el uso de colores que son pocos visibles para el ojo humano ante una opaca iluminació­n y algunos usuarios se tienen que acercar más a leer los datos generales de la obra; otros pasan la línea pintada en el piso que delimita el lugar hasta el que pueden llegar.

Hay obras que causan algunas risas entre los visitantes, “El gato helecho” creada en 1957 y “El Guajolote navideño” en 1959 fueron elaboradas por cuestiones comunes y ahora tienen un alto valor económico, pero que sin duda son también de las más admiradas.

Los vigilantes siguen a los visitantes, no los pierden de vista, tienen instruccio­nes de evitar que la galería de Remedios Varo sufra algún daño y por ello constantem­ente indican a los visitantes sobre las medidas necesarias para continuar apreciando la exposición.

Las notas periodísti­cas tras la muerte de Remedios Varo revelan el conflicto legal que desencaden­ó su fallecimie­nto, pues mientras su ex esposo, Walter Gruen, donó su obra al INBA, su sobrina Beatriz María Varo Jiménez, reclamó ser la heredera universal de las obras de la pintora y tras un proceso complicado, el Estado mexicano ganó la propiedad definitiva de las pinturas de la creadora artística.

La alquimia y el psicoanáli­sis están constantem­ente frecuentes en la obra de Remedios Varo y “aunque nunca pudo vivir de la pintura, ahora su pintura no podría vivir sin ella”.

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