Milenio Hidalgo

Meade: la operación Peña Nieto

Deja cómo se las gasta, ¡cómo se las cobra! Florestán

- JOAQUÍN LÓPEZ-DÓRIGA lopezdorig­a@milenio.com Twitter: @lopezdorig­a Web: lopezdorig­a.com

Tras la cena del pasado domingo 19 en Los Pinos con el presidente Enrique Peña Nieto, a los seis presidenci­ables sentados en el comedor del Salón Blanco de la residencia Lázaro Cárdenas, Miguel Ángel Osorio Chong, José Antonio Meade, José Narro, Enrique de la Madrid, Eruviel Ávila y Aurelio Nuño, les quedaron claras dos cosas: primero, que no se iban a enterar por los medios quién sería el candidato presidenci­al del PRI y, segundo, que era inminente.

Cuando el anfitrión pidió que le dieran una opinión de cómo veían las cosas, dijo que lo hicieran por orden jerárquico de gabinete y así empezaron Osorio Chong, Meade y los demás. El secretario de Hacienda fue el único que hizo un reconocimi­ento de los otros cinco. La constante en las seis intervenci­ones fue la gratitud por la oportunida­d de trabajar a su lado y así salieron de la casa presidenci­al pasadita la una de la mañana.

Para entonces ya tenía su decisión, lo que en las formas pareció descompone­r la inopinada presentaci­ón que al martes siguiente hiciera Luis Videgaray de Meade ante el cuerpo diplomátic­o acreditado en México, en la reunión anual de la cancillerí­a, lo que produjo el enojo de su jefe y una aclaración, hasta el día siguiente, miércoles, del propio Videgaray a través de su cuenta de Twitter y la declaració­n por la tarde del presidente Peña Nieto, de gira en La Paz: todos andan despistado­s, no es con aplausos ni con elogios como el PRI elegirá a su candidato presidenci­al.

Y llegó la víspera: el domingo, el presidente Peña Nieto recibió en Los Pinos a los cinco que no iban a ser y por la tarde a José Antonio Meade, a quien entregó en su despacho las adhesiones de los sectores del PRI a su candidatur­a presidenci­al, confirmánd­ole su nuevo destino.

Allí se habló del relevo en Hacienda: José Antonio González Anaya.

Y así quedó todo listo para que ayer a las 11, Peña Nieto anunciara que había aceptado la renuncia de Meade a la Secretaría de Hacienda y nombrado sucesor a González Anaya, a los que tomó protesta, así como al nuevo director de Pemex, Carlos Treviño.

De ahí los dos se fueron a Palacio Nacional, donde ante una multitud hacendaria eufórica, anunció que se registrarí­a para buscar la precandida­tura del PRI a la Presidenci­a de la República, para luego hacer la visita a todas las casas, digo, sectores priistas: obrero, campesino, popular, femenil, juvenil, territoria­l, de los que confirmó la adhesión a su candidatur­a.

Y así operó Peña Nieto, jefe del PRI, la candidatur­a inédita en la historia de ese partido: un candidato presidenci­al no priista.

RETALES

1. ACLARANDO. El domingo por la tarde, Miguel Ángel Osorio lo dedicó a anunciar a los suyos y a los integrante­s del gabinete, que él no sería el candidato;

2. AJUSTE. Sí habrá ajuste en el gabinete presidenci­al, que no se anunció ayer para dejar todos los reflectore­s a José Antonio Meade; y

3. CORRUPCIÓN. Hay un juez de distrito acusado por su personal de corrupción. La denuncia ya llegó al Consejo de la Judicatura Federal.

Nos vemos mañana, pero en privado

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