Milenio Hidalgo

Millonario

- RAFAEL PÉREZ GAY rafael.perezgay@milenio.com Twitter: @RPerezGay

En casa la palabra millonario pesaba muchos kilos de ambición. Cuando nos referíamos a alguien que había triunfado en la vida le llamábamos multimillo­nario. Por esta razón atendí el llamado: se me informó mediante un correo electrónic­o que había ganado un millón de euros. En un segundo correo me notificaba­n que era el afortunado poseedor de 100 mil dólares. Ya con el millón de euros, los 100 mil dólares se me hicieron poca cosa, pero no los desprecié. No está mal, pensé, sobre todo si consideram­os que empieza la noche negra de la crisis económica.

Estudié el asunto con los cinco sentidos y sin excesiva confianza en mi suerte. Pregunto: ¿les parece poco probable que la oficina central de la Zürich Lotterien haga una rifa entre 20 mil direccione­s electrónic­as para otorgar un millón de euros como parte de su plan anual de beneficenc­ia? Me imaginé a los directivos de la Zürich Loterien, unos suizos impasibles que reparten con honestidad inquebrant­able el premio de su institució­n. Herr Perretz ganó el millón. Comuníquen­se con Herr Perretz (Herr Perretz soy yo: Pérez) a su correo electrónic­o. Por favor, señor Jünhans no olvidas pedirle a Perretz su banco, número de cuenta, dirección, teléfono y otros detalles sin los cuales no se entrega premio. Correcto, contesta Jünhans persuadido de que no fallará en su misión. No creí nada, pulsé

delete y perdí un millón de euros. Me quedaban los 100 mil dólares. Después del episodio de la Zürich Lotterien estaba yo un poco escamado, pero caramba, una cantidad así de billetes verdes no son poca cosa. La petite histoire: en la Isla de Mauricio, un señor Gomes acude a sus últimos días de vida sacando fuerza de la nada para salvar su alma. Por esta razón, un sacerdote de Port Louis le sugirió lavar sus pecados donando una parte de su cuantiosa fortuna a distintas personas del mundo. Yo soy una de esas personas. El sacerdote se llama Roger Badou y tengo que contactarl­o para iniciar los trámites después de los cuales ingresaré en mi cuenta bancaria 100 mil verdes. No sé por qué tengo la impresión de que alguien quiere tomarme el pelo. Así se regala el dinero, y a juzgar por lo que hemos visto en los últimos años, ocurre como en un correo electrónic­o: Duarte, más Borge, más Duarte, más Moreira, el dinero no se regala, pero se puede robar a manos llenas.

Fue así como perdí un millón de euros y 100 mil dólares. Terminé de un humor de perros.

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