Milenio Hidalgo

History: credibilid­ad y congruenci­a

- Álvaro Cueva alvaro.cueva@milenio.com

La televisión está llena de esfuerzos de responsabi­lidad social pero ninguno como Una idea para cambiar la

historia de History. ¿Por qué? Porque aquí no estamos hablando ni de donativos ni de cambiarle la vida a un grupo de beneficiad­os.

Estamos hablando de cambiar al mundo entero. Estamos hablando de cambiar la historia.

¿Puede haber algo más congruente que esto tratándose de una señal especializ­ada en historias y en acontecimi­entos históricos como el canal History?

Por eso los admiro. Por eso los respeto.

Por eso, año con año, me las ingenio para asistir a la ceremonia de premiación de este certamen en Ciudad de México.

¿Qué es Una idea para cambiar la historia? Un concurso, donde jóvenes de toda América Latina proponen ideas para transforma­r el mundo.

¿Qué clase de ideas? Cuestiones vinculadas a la salud, a la inclusión, al desarrollo social y a la ecología.

Estamos hablando de algo mucho muy serio que implica una preparació­n académica y que es calificado por eminencias científica­s de todo el continente.

El solo hecho de estar en este concurso es un honor, porque su credibilid­ad no tiene comparació­n en toda la industria de la televisión de paga.

¿Pero sabe qué es lo más hermoso? La respuesta de los muchachos.

Seamos honestos, ¿usted puede imaginar que en estos tiempos de profundo egoísmo haya miles de muchachos (hombres y mujeres), de universida­des públicas y privadas, de todos los colores y niveles socioeconó­micos, luchando por estar aquí?

Pues agárrese fuerte de donde pueda, porque este año entraron más de 6 mil 500 jóvenes.

Todos increíblem­ente profesiona­les y positivos.

Yo todavía no puedo creer su creativida­d y su dominio de la ciencia y la tecnología.

A mí me encanta ir a Una idea para cambiar la historia, porque nada más con ver a estos dignísimos representa­ntes de las nuevas generacion­es recupero la esperanza en la humanidad, porque esto es de a de veras.

History no solo premia a los ganadores con mucho dinero, los apoya para que sus inventos se conviertan en realidad.

De Una idea para cambiar la

historia han salido prótesis de manos que a muy bajo costo han beneficiad­o ya a miles de niños, radares que le permiten a los débiles visuales desplazars­e con mayor soltura por las congestion­adas calles de las ciudades latinoamer­icanas y más, muchas otras aportacion­es más.

Es imposible conocer a estos chicos, observar sus inventos y, lo más importante de todo, ver a todos esos niños con sus manitas nuevas y a todos esos ciegos moviéndose con libertad gracias a la magia de esos radares, y no conmoverse.

Son sueños convertido­s en realidad, el principio de una carrera brillante con proyección internacio­nal, lo más hermoso que le puede pasar a un joven en estos momentos de tanta rabia y oscuridad.

No, y espérese. No le he dicho nada del concurso de este año. Tuvimos en los primeros lugares a chicos de Xalapa, Ecuador, Chile y Colombia con una ideas fantástica­s.

Desde un aparato para aplicar medicament­os a través de la piel sin tener que utilizar agujas hasta un traductor en audio del lenguaje de señas para los sordos, pasando por una prueba muy rápida para detectar enfermedad­es de transmisió­n sexual y una órtesis robótica para tobillos. Impresiona­nte es poco.

El ganador fue Max Hidalgo, de Perú, con una turbina ólica capaz de generar agua potable.

Fíjese lo que le estoy diciendo: joven, Perú, turbina eólica, agua potable.

¿Sabe usted el bien que este invento le va a hacer a la humanidad?

Y salió de un canal de televisión. Y salió de un muchacho que estaba viendo History. Y salió de un país latinoamer­icano.

¿Sabe usted el futuro que le espera a Max y a todos los finalistas de Una idea para cambiar la historia después de esto? ¿Sabe usted lo que va a pasar con miles de comunidade­s sin acceso al agua potable después de que la idea de Max se materialic­e?

¿Ahora entiende por qué adoro este evento?

Por si todo lo que le acabo de decir no fuera suficiente, la gala de Una idea para cambiar la historia 2017 fue un acontecimi­ento por sí misma.

La conducción de Javier Poza estuvo espectacul­ar. La participac­ión de Talina Vargas en la presentaci­ón fue deliciosa. Los números musicales de Fonseca, el embajador de este año de Una idea para cambiar la historia, fueron extraordin­arios.

Y todo estuvo perfecto: la atención, la comida, la fiesta.

La transmisió­n que se hizo en vivo para las redes sociales desde el hotel St. Regis de Ciudad de México no me dejará mentir.

Ahí pasó algo bueno. Ahí pasó algo importante. Una idea para

cambiar la historia es ya uno de los eventos más esperados de todos los años, una tradición que vale la pena seguir y celebrar.

Felicidad a todos los ganadores, a los que participar­on y, por supuesto, a History.

No cualquiera posiciona un evento de esta naturaleza en tan poco tiempo.

¿O usted qué opina?

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