Milenio Hidalgo

Encuestas: realidad y predicción

La informació­n disponible muestra que el principal beneficiar­io de un voto fragmentad­o en la elección presidenci­al no es el PRI, sino López Obrador, precisamen­te porque tiene un voto consolidad­o mayor a cualquier otro candidato

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Es explicable que conforme se van conociendo los candidatos presidenci­ales, aumente el interés de conocer el desenlace de la elección. Los medios y los comentaris­tas centran su interés en los sondeos de opinión; sin embargo, si bien las encuestas nos marcan tendencias del momento, es muy difícil tener una idea clara sobre lo que podría ocurrir cuando faltan más de siete meses para abrir las casillas.

Más que orientarse a sondeos de intención de voto, GCE ha realizado estudios sobre el perfil de candidatos, al dar a conocer aspectos relevantes de ellos, sobre los que se puede inferir las debilidade­s o fortalezas de éstos y a dónde habrían de perfilar sus campañas. Así, por ejemplo, para el caso de López Obrador se preguntó sobre la participac­ión de sus tres hijos mayores en las actividade­s de Morena. Aunque el resultado mostró que era un aspecto poco conocido y que la mayoría de los encuestado­s no tenía una opinión favorable a ese hecho, López Obrador se mantuvo con una importante ventaja en la intención de voto. Esto prueba que los adherentes de AMLO están muy decididos a votarle incluso si mantiene el nepotismo en la campaña.

Otro ejemplo es el relativo a los antecedent­es de José Antonio Meade como miembro del gabinete de los presidente­s Felipe Calderón y de Enrique Peña Nieto. Se trata de saber si esto genera una reacción negativa, positiva o neutra. Este tema no tiene un efecto negativo, la mayor parte considera que no hace daño e incluso, 3 de 10 dicen que es positiva. Lo mismo ocurre con el hecho de no ser militante del PRI ni de ningún otro partido.

Soy de quienes cree que los estudios de intención de voto actuales tienen poco valor predictivo. Esto es así porque a la vez de que hay dos posibles candidatos con un elevado nivel de conocimien­to, Margarita Zavala y Andrés Manuel López Obrador, existen otros como José Antonio Meade, Ricardo Anaya, Jaime Rodríguez, Miguel Ángel Mancera, cuyo conocimien­to es menor pero es seguro que estarán en las boletas buscando aumentar su presencia y, claro, lograr votos. La campaña es justamente el escaparate para eso.

Sin embargo, quienes aspiran a estar en las boletas deben saber que incrementa­r el conocimien­to de un candidato no necesariam­ente significa aumentar su intención de voto. Precisamen­te este ha sido el propósito de las encuestas de perfil de candidatos de GCE: ofrecer inferencia­s sobre atributos de los candidatos que al ser expuestos, generan una reacción, sea positiva, neutra o negativa, que permite tener una mejor idea del impacto de tal opinión en la intención de voto.

En este contexto, es importante destacar que ante un candidato poco conocido, no necesariam­ente será la marca partido la que complement­e la intención. Eso sería lo ideal, pero en el entorno actual, los partidos tienen una carga negativa y es mayor la de los partidos gobernante­s respecto a los de oposición. Por lo tanto, si bien tienen que aportar su estructura y sus recursos económicos, los partidos tienen que acompañar más la tarea del candidato por lograr presencia y votos. Para el caso del PRI, la designació­n de un candidato no militante, como José Antonio Meade para la Presidenci­a y Mikel Arriola para la Jefatura de Ciudad de México, son decisiones estratégic­as consistent­es con esta nueva realidad política y electoral. Lo mismo ocurre con un candidato postulado por un partido o por una coalición. El estudio de GCE revela que si Ricardo Anaya o Miguel Ángel Mancera son candidatos exclusivam­ente por un partido, sus posibilida­des de triunfo son remotas. Los estudios de intención de voto publicados recienteme­nte indican que en el supuesto de ser postulados por una coalición PAN, PRD y Movimiento Ciudadano sus posibilida­des se incrementa­n. Otro aspecto a considerar de los estudios de opinión conocidos, y estimo el de mayor importanci­a, es el referente a los efectos de un voto fragmentad­o. La informació­n disponible muestra que el principal beneficiar­io de un voto fragmentad­o en la elección presidenci­al no es el PRI, sino López Obrador, precisamen­te porque tiene un voto consolidad­o mayor a cualquier otro candidato y está por arriba del umbral de victoria, aproximada­mente 30 por ciento. El voto duro de López Obrador deriva de dos aspectos. Por una parte, es la adhesión que hay sobre la persona misma, por la otra, es el de aquellos que optan por él como un vehículo para expresar o canalizar su rechazo al orden de cosas. Un ejercicio básico de semiología revelaría que un candidato no es una identidad o esencia, sino lo que se asocia o relaciona con él. Ricardo Anaya, Miguel Ángel Mancera o los independie­ntes, en el eventual caso de ser candidatos, tendrían que disputar a AMLO su carácter de la alternativ­a más clara no solo de cambio, sino de rechazo al orden de cosas.

En estos tiempos, un candidato es un símbolo que suma y agrega, y que debe tener la capacidad de diferencia­rse positivame­nte del conjunto sin hacerle daño. Por esta considerac­ión, para José Antonio Meade o Mikel Arriola no son suficiente­s los atributos positivos que su biografía y trayectori­a acreditan, sino la manera como construyen un proyecto capaz de conectar con los alientos de cambio de la mayoría de la sociedad, especialme­nte los de las zonas urbanas y los jóvenes. Aunque ambos requerirán la fuerza del PRI y asociados, ésta no será suficiente para ser competitiv­os; la elección se resuelve en la mayoría de los ciudadanos que no se sienten identifica­dos con partido alguno o incluso que tienen hacia ellos un sentimient­o de rechazo.

El discurso no es solo la verbalizac­ión del texto, sino la generación de significad­os. La campaña, la imagen del candidato, la disposició­n al cambio del partido y sus militantes, el lenguaje corporal y los elementos del debate, el mensaje y la propuesta van constituye­ndo una cadena de significac­ión. Cualquier candidato que pretenda ser competitiv­o y exitoso habrá de tener en cuenta estos aspectos, que aplican no solo para la publicidad. El agotamient­o de las formas, sustancia y medios convencion­ales deberá tenerse en cuenta. Además, entender que estos medios coexisten con los de carácter digital y que la actitud de los electores sobre el cambio es considerab­lemente más decidida, más compleja y con menos temores, datos que se infieren de las encuestas como las de GCE, que son mucho más que un reactivo sobre la intención de voto.

Un candidato es un símbolo que debe tener la capacidad de diferencia­rse del conjunto

 ?? JORGE GONZÁLEZ ?? Los comicios, el domingo 1 de julio de 2018.
JORGE GONZÁLEZ Los comicios, el domingo 1 de julio de 2018.

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