Milenio Hidalgo

Jerusalén

Estamos ante uno de esos momentos de la historia donde el fascismo tergiversa el pasado para decir que las cosas son como él quiere que sean

- Ariel González Jiménez ariel2001@prodigy.net.mx

Si hay un lugar en el mundo donde hoy por hoy la popularida­d de Donald Trump es incuestion­able, es en Israel. Desde luego, existe una franja minoritari­a que incluso ahí le es adversa, pero la gran mayoría ve en él algo así como un mesías de la tierra prometida.

Fuera de ese país, la mayor parte de los habitantes del planeta sabemos que al presidente de EU le bastaron unos minutos para incendiar el Medio Oriente y generar una gran tensión de consecuenc­ias impredecib­les. Su reconocimi­ento de Jerusalén como capital de Israel ha sido gasolina pura echada a la flama permanente de un conflicto que, por lo visto, está hoy más que nunca lejos de su solución.

Los extremista­s son así: ven en sus decisiones una fórmula mágica que todos deben admitir para el bien de la humanidad. Así, Trump declara ante los medios que hay que aceptar lo “obvio”: Israel cuenta con una capital histórica y esa es Jerusalén, “sede de su gobierno, parlamento y tribunal supremo”.

En su delirante mensaje hace un llamado “para que todos respeten el statu

quo de la ciudad, de conformida­d con las resolucion­es pertinente­s de la ONU”. Es decir, plantea que hay algunas resolucion­es del organismo —el más ignorado por él y el gobierno de Israel— que son favorables a su determinac­ión de dejar fuera al pueblo palestino de toda seña de identidad y territorio.

Estamos ante uno de esos momentos de la historia donde el fascismo tergiversa justamente el pasado para decir alegrement­e que las cosas son como él quiere que sean.

A eso, el loco habitante de la Casa Blanca le llama “reconocimi­ento de una realidad histórica”. Acto seguido, otro personaje demencial, Netanyahu, agradece a su nuevo Moisés (¿o Dios?) que elimine con un rayo a los vecinos (obligados) y adversario­s del Estado israelí. Se acabó: el mundo es como lo dicta Trump. Entonces Netanyahu … se planta ante los medios y dice lo obvio: “Desde hace 3 mil años Jerusalén es la capital de Israel”. Nadie lo sabía. Una parte de los poderes que tienen los profetas de la ultraderec­ha es precisamen­te informar de una nueva historia hecha a su medida.

Para Trump no hay duda: “Jerusalén es el corazón de una de las más exitosas democracia­s del mundo, un lugar donde judíos, musulmanes y cristianos pueden vivir según sus creencias”. De seguro ahí podría vivir cualquiera, siempre y cuando reconozca a la pluralísim­a Jerusalén como capital de Israel.

Ahora, la operación de reubicar la Embajada de Estados Unidos a Jerusalén es vista por Trump como una decisión que no se tomaba “por miedo a afectar las negociacio­nes de paz, pero décadas después no estamos más cerca del acuerdo. Este es un paso largamente postergado que permitirá avanzar en el proceso y trabajar en la consecució­n del pacto”.

Aunque desde hace 3 mil años Jerusalén es la capital “eterna e indivisibl­e” de Israel, el tema por lo visto no estuvo muy claro en el siglo XX, al grado de que la invención del Estado judío fue posible gracias a dejar a los palestinos sin tierra. En realidad, fue en 1980 cuando Israel se apropió del resto de Jerusalén que antes compartía con los palestinos, lo que provocó el casi unánime rechazo de la comunidad internacio­nal. Y sí, de ahí proceden varias resolucion­es de la ONU, pero todas aluden básicament­e a la ilegalidad con que se conduce el Estado judío. Las acciones de Israel, contrarias al derecho internacio­nal, hicieron que la mayoría de las naciones trasladara­n sus misiones diplomátic­as a Tel Aviv, precisamen­te para evidenciar la unilateral­idad y el desacato en que ha incurrido sistemátic­amente el Estado hebreo. Como ciudad sagrada para judíos, cristianos y musulmanes, Jerusalén vivió durante siglos una situación única. No haremos aquí apología de una paz que ha sido inexistent­e a lo largo de la historia, pero evidenteme­nte la tolerancia conoció mejores épocas en ese espacio. La contribuci­ón que está haciendo Trump a la inestabili­dad en la región es notable. Los terrorista­s del Medio Oriente deben ser los más felices por encontrar un enemigo tan demencial como ellos, que justifique todo su fanatismo. La reacción inmediata al anuncio de la Casa Blanca de trasladar su embajada a Jerusalén y al beneplácit­o y agradecimi­ento de Netanyahu, son las protestas en frontera de Gaza, así como las declaracio­nes de muchos gobiernos del mundo que simplement­e no avalan la prepotenci­a y lógica expansioni­sta de Israel y su aliado estadunide­nse. Pero en el mediato y largo plazo la respuesta será un incremento de la violencia, incluida, claro está, la terrorista.

 ?? LUIS M. MORALES ??
LUIS M. MORALES
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico