Milenio Hidalgo

Quien quiera participar tiene hasta el 7 de enero para registrars­e, señala el precandida­to panista

“Si queremos un México mejor hay que escuchar a las etnias”, expresan a López Obrador en la plaza de Huautla

- POR JOSÉ ANTONIO BELMONT/OAXACA

Antes de la política, la fe. Entre humo de incienso, Andrés Manuel López Obrador se arrodilló frente a dos mujeres indígenas mazatecas que le pasaban por todo el cuerpo un ramo de plantas.

Una limpia en la tierra de María Sabina, la sacerdotis­a de los hongos, sus niños santos. No podía ser de otra manera.

“¡Es un honor luchar con Obrador!”, gritaban decenas en la plaza principal de Huautla de Jiménez, Oaxaca, mientras las curanderas terminaban la ceremonia.

Una de las mujeres, morena y de trenzas que combinaba cabello cano con oscuro, todavía sostenía en sus brazos el ramo de plantas cuando se paró frente al precandida­to presidenci­al de la coalición Juntos Haremos Historia y expresó:

“Los pueblos indígenas no solo somos pobres y marginados, somos pueblos que hemos sabido resistir a pesar de que nos han querido acabar.

“Si queremos un México mejor hay que voltear a ver y escuchar a los pueblos indígenas, nunca más un México sin nosotros, nunca más un México pisoteando a los pueblos indígenas”, exclamó.

Entonces empezaron los gritos y aplausos: “¡Vivan los pueblos mazatecos, cuicotecos y chinanteco­s!”.

Enseguida le entregaron al tabasqueño una guayabera de manga corta color blanco que alzó para mostrarla a los asistentes, y que la indígena le ayudó a ponerse. Para entonces López Obrador ya traía un collar de flores típico de la región.

Era tiempo de política. El presidente municipal de Huautla, Óscar Peralta, comenzó. Primero en español, luego en mazateco.

Le siguió en la palabra el senador Benjamín Robles, quien le entregó al tabasqueño un cuadernill­o con propuestas en materia indígena, pero sobre todo hizo énfasis en la importanci­a de ese sector para el país.

“Somos 24 millones de indígenas en todo México, si alguien lo va a llevar a la Presidenci­a de la República son los pueblos indígenas”, enfatizó el ex candidato a gobernador por el Partido del Trabajo.

Entonces fue el turno de López Obrador en la palabra: 15 de los 46 minutos que duró su discurso los dedicó exclusivam­ente a los pueblos indígenas.

Primero hizo un poco de historia, a costa de la geografía.

“A la sierra norte de Oaxaca, la sierra Juárez, debe llamarse la sierra mazateca de los hermanos Flores Magón”.

Entonces, López Obrador, con manchas en su pantalón color negro por la limpia que le hicieron, contó que hace 40 años su primer cargo como servidor público fue en la Dirección del Instituto Nacional Indigenist­a de su natal Tabasco.

Por ello dijo que conocía la situación de las etnias en México, y de inmediato ofreció atender de manera especial a los pueblos indígenas, incluso aseguró que el “distintivo” de su gobierno será el apoyo a estas comunidade­s.

“Vamos a llevar a la práctica nuestro sentimient­o de que por el bien de todos, primero los pobres, los indígenas de México”.

En concreto, ofreció crear una instancia del gobierno federal que “de verdad” respalde al sector, pues aseveró que la actual Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas “no apoya en nada”.

La siguiente media hora habló de corrupción, violencia e insegurida­d. De apoyar a los jóvenes sin empleo y a los estudiante­s de familias de escasos recursos. De la alianza con el Partido Encuentro Social.

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