El triunfo de Trump y el mal augurio
Donald Trump ha obtenido un triunfo rotundo e indiscutible.
En medio de la investigación sobre la injerencia rusa en las elecciones, sus tropiezos para terminar con el sistema de salud que inauguró Barack Obama, la persistencia de sus acusadoras por presunto acoso sexual, ayer logró y celebró una reforma fiscal muy cercana a lo prometido en la campaña. Y no es poca cosa. Los impuestos —en un país como Estados Unidos, donde todo mundo los paga— son asunto centralísimo en las decisiones políticas de los votantes.
Ronald Reagan construyó una coalición conservadora que dominó el paisaje estadunidense durante muchos años a partir de una reforma fiscal que bajó los impuestos. No solo eso, una reforma que baja impuestos a las empresas como lo hace la aprobada trae de la mano la buena voluntad del empresariado con los políticos que la han aprobado a la hora de dar dinero para las elecciones.
Ahora, con razón, la celebra Trump. Y los republicanos que mucho antes de Trump ya querían algo así y no lo habían logrado. El año termina con republicanos y Trump felices uno con el otro.
Y es cierto —son proyecciones de la oficina gubernamental que hace eso— que la reforma causará en el mediano y largo plazo un déficit brutal, como el que provocó la reforma reaganiana. Pero eso hoy importa poco. Cosas de la democracia, importa ganar la próxima elección, o las dos próximas, con las consecuencias habrán de lidiar otros.
El peso tiembla frente al dólar y veremos en los próximos meses las decisiones de inversión de grandes multinacionales, al mismo tiempo que el TLC sigue en la incertidumbre. Nada bueno para México en 2018. Pero la noticia es mala para el mundo. El próximo año los republicanos y el presidente llegarán a las elecciones del Congreso con votantes contentos porque pagan menos impuestos, con una economía que seguirá creciendo como lo viene haciendo desde los últimos años de Obama, y tal vez hasta con algún impulso extra generado por la reforma.
Hoy la posibilidad de que en un año se construya una mayoría republicana trumpista es más grande que hace un año. Y con eso, las posibilidades de que la terrible agenda de Trump sea realidad aumentan.
Mala manera de terminar este 2017.