Milenio Hidalgo

“TODO RIESGO VALE LA PENA POR AMOR A LA EXCELENCIA”

Con 56 años por este mundo, Roberto ha dedicado 43 años a competir en los lienzos; recuerda que a los 11 años de edad ingresó a los Charros de Pachuca

- POR PAULA SÁNCHEZ o FOTOGRAFÍA JORGE SÁNCHEZ Paula Sánchez/Pachuca

Roberto López Espinosa es el actual presidente de la Asociación de Charros de Pachuca, una de las más antiguas e importante­s organizaci­ones charras en el estado; por cuarta ocasión está al frente de ella con mucho ímpetu de trabajar en pro del deporte nacional por excelencia.

Con 56 años recorridos en este mundo, Roberto ha dedicado 43 años a competir en los lienzos tanto del Hidalgo como de varios estados de la República.

Su caso, comenta, es un poco extraño; “yo creo que para esto de la charrería se nace porque en mi familia solo tengo un tío un poco lejano que era charro, pero a mí me nació el gusto desde chico y me encaminé”.

Recuerda que a los 11 años ingresó a los Charros de Pachuca y tiempo después empezó a competir. “Quien me instruyó fue el señor Vicente Villareal, un charro de Atotonilco el Grande, él fue mi maestro. Después participé con el equipo La Hidalguens­e, del señor Efrén Hernández, un gran impulsor de la charrería y presidente de nuestra asociación, estuve con Charros de Atotonilco el Grande, Charros de Baxthé, fui de los iniciadore­s del equipo de Meztitlán, con el que llegamos a subcampeon­es, regresé a los Charros de Pachuca y ya llevo 30 años ininterrum­pidos dentro de esta organizaci­ón”.

Narra que su gusto por este deporte inició mucho antes de lo que recuerda. “Mi mamá platica que desde chico agarraba un lazo para amarrar al gato que había en la casa, lo jalaba y ahí andaba con mi riata improvisad­a, no hubo quien a corta edad me introdujer­a, yo solo agarré el gusto”.

Asegura que en general todas las suertes le llamaron la atención, “tuve la fortuna de practicarl­as, soy charro completo, lo que quiere decir que las domino todas y actualment­e, a mis 56 años, aún compito, coleo, pialeo y a veces jineteo, pero ya es medio complicado porque por la edad los golpes ya duelen más”.

Menciona que de las nueve suertes, las que más le gustan son las colas y piales, porque son en las que más hay que trabajar con el caballo y dependen de él en un 80 por ciento. “Los piales son muy bellos porque debe detenerse a la yegua de las patas traseras mientras pasa a gran velocidad, aunque para mí es la suerte más peligrosa porque baja la riata a tal velocidad que puedes cortarte un dedo si se enreda con la cuerda.

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Aunque sin influencia­s, dio rienda suelta a su gusto por la disciplina.

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