Milenio Hidalgo

RESPONSABL­E!

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No solo Anaya realiza hazañas como llevar a su hijo a la escuela. También el hizo una proeza épica: se comió una torta con las manos. Esta gesta heroica puso la vara muy alta y ahora los precandida­tos deberán medir sus capacidade­s en el arte de la torta con los siguientes retos, para sacar ventaja sobre los demás: No comerse la torta con las manos, sino con palitos chinos, reto que solo han podido completar los monjes torteros. Acudir a clases de inglés y no comerse la torta antes del recreo. Vale doble si la maestra o el maestro son bom- bones de dos piernas. Comer torta con mucho aguacate sin embarrarse los cachetes. ¡Ni el cachetón del puro ha podido salir airoso! Para ver de qué lado masca la iguana, los precandida­tos deberán comerse una torta Gladiador de 1.5 kilos en menos tiempo, para ver quién lo tiene más grande… el apetito culinario, no el de poder. Editor: Si la torta no viene partida conforme al estricto apego al estado de derecho, tendrán que partirla con un karatazo limpio y certero. Deberán demostrar que llegarán a la candidatur­a con la torta bajo el brazo para que el pueblo certifique que no necesitan robar, porque el que nace para torta, del cielo le cae jamón. Empacarse con calma y parsimonia una torta cubana sin que se despanzurr­e. La paciencia es un árbol de raíz amarga, pero da frutos muy dulces. Y para ganarse a la prole de Ciudad de México, deberán comerse una guajolota sin usar las manos ni los pies.

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