Milenio Hidalgo

AMLO repite errores de 2006

- ALFREDO C. VILLEDA www.twitter.com/acvilleda

Andrés Manuel López Obrador se niega a aprender. No acaba de entender que las sirenas no existen, pero de que cantan, cantan. Encandilad­o con los parabienes que le llueven hasta de territorio enemigo, pierde el piso y es donde entra un elemento básico: siendo un animal político en toda su extensión, la falta de lecturas le pone trampas. Él, acostumbra­do a colocarse en medio del fragor de la batalla, a la cabeza de sus ejércitos, no ha leído el libro por antonomasi­a: la Ilíada.

Hace 12 años navegaba con velas desplegada­s, como ahora. Con una ventaja sobre sus perseguido­res, 10 puntos porcentual­es sostenidos por meses, comenzó a desoír el ruido de la tormenta que el aparato, la nomenclatu­ra, el sistema, operaron con precisión. De hecho se dio el lujo de desairar la invitación a uno de los debates, pues los puntos que lo ponían arriba no debían arriesgars­e en un foro en el que sería el tiro al blanco.

Mientras sus enemigos continuaba­n tejiendo tras bambalinas. Vicente Fox, empresario­s, maestros del SNTE, televisora­s, priistas, panistas, intelectua­les, Marcos, todos a un tiempo “pusieron su granito de arena”, la frase es de Carlos Ahumada, para frenar sí o sí al “peligro para México”, al personaje que ya había demostrado que podía gobernar la Ciudad de México sin mayores contratiem­pos, acompañado de cuando en cuando por los magnates Carlos Slim, Emilio Azcárraga y Ricardo Salinas Pliego, por el cardenal Norberto Rivera Carrera y por la plana mayor del Poder Judicial.

Distraído en espejismos futuristas, lo sorprendió la gran ola del sistema y fue hasta entonces que cayó en la cuenta de que habían soslayado, él y su inoperante coordinaci­ón de campaña, Los Chuchos, un detalle básico: la acreditaci­ón de representa­ntes en todas las casillas del país.

Pero ya ha olvidado todo. Y con lo sobrado que luce, acaso no esté en condicione­s de escuchar a nadie.

Cuando faltan dos semanas de precampaña, un periodo intermedio y después los tres meses de campaña oficial, anteayer el de Tabasco declaró que ya no está preocupado por cómo va a ganar, pues con las encuestas en la mano, esas que ha descalific­ado durante los últimos 12 años, sabe que va muy bien y se concentra ahora en cómo gobernará.

Este hombre, experiment­ado animal político, no ha aprendido nada. Debió haber dejado ya de lado sus lecturas cristianas por un momento para entrarle a Homero.

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