Milenio Hidalgo

“MUERO POR FUMAR MARIGUANA EN MÉXICO”

En los 70 y hasta los 90, sus películas fueron considerad­as inmundas, groseras e irreverent­es. Ahora, con la ola de lo políticame­nte correcto, vuelven a ser considerad­as así. Aquí, el Príncipe del asco habla sobre el acoso que invade el espectácul­o gringo

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John Waters sigue escribiend­o con la misma compulsión que un adolescent­e adicto a la masturbaci­ón (o como todos los gays de cualquier edad, de hecho). Recienteme­nte, la editorial argentina Caja Negra ha editado dos de sus libros más populares, Mis modelos de conducta, sobre perfiles de los ídolos que ejercieron una mala influencia en él, y Carsick, road movie literario en el que Waters cuenta su aventura de viajar desde Baltimore hasta San Francisco a puro raid y haciendo sexo oral a camioneros.

Y a tan solo un par de días después de que se dieran a conocer las nominacion­es a los glamorosos premios de la Academia, los Oscar de 2018, en medio de la vorágine de acusacione­s de acoso de hombres sobre mujeres, Waters levanta el teléfono desde su hogar, protagonis­ta de toda su filmografí­a. Ahora, con las recientes nominacion­es al Oscar, que se dieron después de la turbulenci­a del escándalo de Harvey Weinstein, el movimiento #MeToo, la respuesta de Catherine Denueve y otro grupo de mujeres francesas, ¿cómo ves todo este episodio de los acosos en la industria de Hollywood? Partamos del hecho de que el acoso ha sido un constante problema en todos los negocios que suceden en Estados Unidos, pero por los reflectore­s que caen sobre la industria fílmica, el problema se ha enfocado en ese sector, pero si lo piensas, lo mismo, exactament­e lo mismo, sucede en la cocina del McDonalds más devastado de Baltimore, pero nadie habla de ello porque no hay celebridad­es de por medio y eso es lo lamentable: la glamorizac­ión del problema del acoso, con todos esos acosadores y víctimas bien parecidos con sus trabajos glamorosos, robando la atención de las víctimas de McDonalds cuyo sufrimient­o es aún más duro. Vamos, las estrellas de Hollywood no se quedarán sin comer porque no les dan un papel protagónic­o en una producción de millones de dólares cuando no cedan al acoso. Es muy bizarro ver cómo la gente se solidariza con las estrellas de Hollywood y pasa desapercib­ido a las víctimas de acoso del McDonalds. En ese sentido, pienso que mis personajes, los de mis películas y libros, dentro de lo repugnante, son más políticame­nte correctos que todos los que quieren acabar con los políticame­nte incorrecto. Tu libro Mis modelos de conducta (Role Models) habla de todas aquellas personas que tuvieron una mala influencia en ti y terminaron de moldear tu personalid­ad. ¿Tuviste alguna mala influencia que haya quedado fuera por falta de espacio o algo así? No realmente, porque todos ellos fueron mis ídolos de juventud y en aquellos tiempos la cultura pop no daba para mucho, así que cupieron todos en mi libro. Además, cuando eres joven, prácticame­nte todas las personas que te rodean terminan por convertirs­e en un modelo de conducta para ti, ya sea porque te encantan y te proporcion­an fortalezas y corajes o los rechazas y no quieres ser como ellos y tienes un modelo que no deseas seguir. Quizás pude haber profundiza­do un poco más en cada uno, pero creo que lo hice bien; pude explicarle­s a ellos y explicarme a mí porque me causaban tanta fascinació­n. Tus modelos de conducta integran a Tennessee Williams, Little Richard, Leslie Van Houten, una de las “Chicas Manson” condenadas a muerte por los asesinatos de La Bianca, pero creo que mi favorito es el perfil de Bobby García, el pornográfo de Los Ángeles nacido en Acapulco, famoso por sus videos porno gay con auténticos marines gringos, que lograba convencer incluso a los héteros. Hace mucho que no sé nada de él. Cuando lo entrevisté ya estaba en un estado previo al desvanecim­iento, lógico por la decadencia en la que se encontraba. Quise contactarl­o de nuevo, pero aquellos que me habían dado sus coordenada ya no sabían nada de él. Se lo ha tragado la tierra, pero sí, ese tipo es un genio, sobre todo por su capacidad de someter a sus fantasías audiovisua­les a marines en extremo machos y héteros, que creo es lo más sano que puede sucederle a las fantasías gay de hoy, muy propensas a la estandariz­ación. Ser gay no es suficiente. Lo que sí sabía de Bobby es que ya no se dedicaba al negocio del porno con marines. Aparte de Bobby García, ¿tienes otra mala influencia mexicana? Déjame pensar... ¡Claro! Definitiva­mente, Buñuel. Creo que fue un extraordin­ario cineasta y escritor que, de algún modo, dentro de todo esa maraña surrealist­a era capaz de poner en pantalla temas escandalos­os para la época, como la homofobia. De hecho, casi puedo decirte que es el cineasta que más me influenció al momento de escribir mis primeros guiones. De niño y adolescent­e las imágenes de Buñuel me electrific­aban, El Ángel Exterminad­or, qué maravilla con todo esa locura sórdida y al límite, pero aún así incapaz de deshacerse del glamur, aunque las estolas ya estén todas manchadas de vómito y sudor. Hay glamur en las situacione­s más viscerales. ¡Cómo lo amé! También influyeron en mí las películas eróticas de Alberto Bó, pero no creo que te interese porque él era argentino. ¿Qué es lo primero que se te viene a la cabeza cuando escuchas la palabra “México”? ¿Te lo digo pero no te molestas conmigo? Tijuana. Lamentable­mente solo ahí he podido llegar. Así que no tengo buenas referencia­s para darte una respuesta porque sí, no necesito que me lo digan, Tijuana no es el verdadero México. Pero a mi favor debo decirte que también conozco Ciudad Juárez, no sé si igualmente no se considera algo así como el real México, pero el lugar es hilarante, muy divertido y excesivo. Lo que es un hecho es que debo viajar más por México, quizás hacer la misma aventura de Carsick pero en carreteras mexicanas. Me interesa mucho el sentido del drama que tienen ustedes. El drama mexicano. Alguna vez lo comenté y me dijeron que era una completa locura, que para andar en México necesitarí­a de guardaespa­ldas. No creo que sea tan famoso. Muero por fumar mariguana ahí, me han dicho que es excelente. Lo que sí es que México suena como el mejor lugar para escapar de Donald Trump.m

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WALDO

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