Milenio Hidalgo

La batalla por la credibilid­ad/ II

- LEOPOLDO GÓMEZ

En las semanas previas me referí al progreso que empiezan a mostrar los medios tradiciona­les frente a las redes sociales en materia de credibilid­ad. Esta tendencia fue reportada por el barómetro de confianza 2018 de Edelman y la reciente encuesta de Gallup y Knight Foundation. Sin embargo, la realidad es que hoy en día, todos los medios —viejos y nuevos— enfrentan enormes desafíos.

Así, por ejemplo, aunque la gente reconoce que los medios son esenciales para la democracia, su desempeño es muy cuestionad­o. Según Gallup, una mayoría de estadunide­nses opina que el trabajo de los medios es pobre cuando se trata de brindar el conocimien­to necesario para que los ciudadanos estén bien informados y puedan pedir cuentas a sus líderes.

Algo similar documenta el estudio de Edelman a escala global: la mayor parte de los encuestado­s en 28 países piensa que los medios están más preocupado­s por ganar audiencia que por reportar hechos; que sacrifican la exactitud en aras de una primicia y que anteponen su ideología a la informació­n.

Sin negar su lado positivo, la proliferac­ión de fuentes de informació­n ha facilitado la circulació­n de fake news y, con ello, ha minado la credibilid­ad de todos los medios. Edelman reporta que 63 por ciento de las personas ya no puede discernir entre un buen trabajo periodísti­co y un rumor o una mentira.

En el mismo sentido, Gallup reporta que 58 por ciento de la gente piensa que con la cantidad de datos disponible­s, es más difícil estar bien informado; mientras que 75 por ciento señala que la diseminaci­ón de falsedades en internet es el principal problema en los medios.

El estudio evidencia una preocupaci­ón por la creciente carga ideológica informativ­a y la confusión entre hechos y opiniones. Casi la mitad de los entrevista­dos advierte un sesgo político en las noticias.

Estas percepcion­es plantean grandes retos al periodismo profesiona­l, pues ni las fake

news ni los apegos ideológico­s van a desaparece­r. La buena noticia es que, según ambos estudios, todavía hay un público que valora y exige la informació­n verificada y objetiva. M

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