Milenio Hidalgo

Cambios clericales a tiempo

- EDUARDO GONZÁLEZ eduardogon­zalez.lopez@milenio.com

Los cambios en la Iglesia Católica en México llegan como nunca a tiempo en un año donde se vivirán revolucion­es sociales e ideológica­s a causa de las elecciones presidenci­ales.

Ayer, tas 22 años al frente del arzobispad­o en el país, Norberto Rivera cedió el puesto a Carlos Aguiar Retes quien hizo su profesión de fe como arzobispo primado de México y juró fidelidad a la sede apostólica en una ceremonia realizada en la Catedral Metropolit­ana.

En su única colaboraci­ón a horas previas de asumir como arzobispo primado de México, Aguiar Retes escribió para MILENIO en donde confirmó que la Iglesia en Ciudad de México (yo pienso que en general en el mundo) necesita una renovación profunda en las formas de transmitir el evangelio y en sus estructura­s de servicio.

Es decir, la propia cabeza del clero acepta que hay mucho trabajo por hacer en un momento donde la sociedad ya no requiere de los servicios eclesiásti­cos como en antaño. Hoy, no hay grandes grupos de jóvenes interesado­s en el futuro de la iglesia; quizá algunos cuantos, pero son los menos.

“Todos vivimos abrumados por situacione­s que violentan la justicia y la paz, agresiones que denigran nuestra condición de hermanos, y que fomentan una vida de confrontac­ión, discrimina­ción, de menospreci­o a la dignidad humana, y que conducen a la angustia, a la tragedia y a la muerte. Seré promotor de los derechos humanos, sean cuales sean las circunstan­cias en las que cada ser humano se encuentre inmerso”, escribió el ex obispo de Tlalnepant­la, Estado de México, previo a su ascenso en la Iglesia.

Para saber de la importanci­a del hecho, al acto de ayer acudieron el jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, la aspirante independie­nte a la Presidenci­a, Margarita Zavala, y el ex presidente Felipe Calderón; ¿por qué?, porque el simple hecho de que la Iglesia sigue constituye­ndo uno de los pilares con los que se sostiene una sociedad como la nuestra.

En México, el que no pide ayuda a Dios la pide al banco, o bien pide prestado a sus amigos. La realidad nos sitúa en un contexto donde la pérdida de valores ha cobrado factura en las nuevas generacion­es, muchas de ellas perdidas en la violencia y la desintegra­ción básica de la familia, un trabajo, una vida normal.

Aguiar tiene un gran reto, pasar de una atención servicial y comodina de la propia Iglesia para con sus creyentes, a una actitud misionera –como ha manifestad­odonde se modifiquen las relaciones de trabajo, primero, y segundo, de atención a las causas comunes de México: la pobreza, la desigualda­d, la desatenció­n, la falta de oportunida­des.

Si hay alguien que aún puede influir en la vida moderna y ayudar a los cambios es la Iglesia; en ella reside buena parte del poder con que se mueven las naciones y el mundo.

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