JUEGOS DE INVIERNO: EL DEPORTE CON UN TRASFONDO POLÍTICO
Inician los Olímpicos de Pyeongchang marcados por una pausa en la tensión y la recriminación entre ambas Coreas
Habrá, como siempre, medallas, héroes y gloria deportiva, pero los Juegos Olímpicos de Invierno en Pyeongchang. Corea del Sur, se inauguran marcados principalmente por la política.
No es que hasta ahora la política no hubiera tenido nada que ver con el deporte sino que en esta ocasión su influencia ha sido incluso promovida por el propio Comité Olímpico Internacional (COI).
Hasta hace unas semanas, los juegos de invierno amenazaban con celebrarse a apenas 80 kilómetros de una de las fronteras más candentes del planeta, la que separa a las Coreas del Norte y del Sur, dos países que técnicamente siguen en guerra desde los años 50.
En Navidad, un grupo de científicos expertos en energía atómica adelantó 30 segundos el llamado “Reloj del Apocalipsis” y afirmó que el mundo está “a dos minutos de la medianoche”, una poética alegoría para hablar del holocausto nuclear.
A esta decisión contribuyeron, no en poca medida, las pruebas de misiles realizados durante 2017 por el líder norcoreano, Kim Jong-un, y sus nada amistosos cruces de declaraciones con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump.
El desastre se cernía entonces sobre Pyeongchang, una pequeña ciudad del este de Corea del Sur que aspiraba a transmitir al mundo la imagen de una Corea del Sur abierta, moderna y desarrollada. Sin embargo, el país era, en aquel momento, un auténtico caos.
Kim provocaba desde el norte, pero el desorden provenía principalmente de la propia Seúl, donde la presidente del país, Park Geun-hye, fue destituida por un caso de corrupción. Así, con la ex mandataria aún pendiente de juicio, el excéntrico líder norcoreano vino sorprendentemente al rescate.
En su discurso de año nuevo, Kim anunció que quería mandar un equipo a los juegos. Los plazos de inscripción estaban vencidos, pero para el COI y el anfitrión fue como una bocanada de oxígeno puro, así que no solo abrieron la puerta a 22 atletas norcoreanos, sino que inventaron un equipo conjunto de hockey en hielo femenino.
“Esto nos permite tener esperanza en un mundo en el que los conflictos se resuelven de forma pacífica a través del diálogo y el respeto mutuo, como nos demuestra también el deporte”, dijo ayer el papa Francisco.
Eso sí, nadie se hace demasiadas ilusiones. Los surcoreanos temen que la tensión vuelva a crecer tras los juegos y el propio presidente, Moon Jae-in, advirtió en enero ante la euforia por las primeras conversaciones entre ambos países después de dos años.
Todo está listo en Pyeongchang. Incluso el frío. Después de dos suavísimos inviernos en Vancouver 2010 (Canadá) y Sochi 2014 (Rusia), las temperaturas en la ciudad coreana —que bajan estos días habitualmente de los diez grados bajo cero— corresponden al fin a unos Juegos blancos. Si también servirán a la unidad coreana o solo a la propaganda, está aún por ver.
Nadie se hace muchas ilusiones. Los surcoreanos temen que las fricciones vuelva a crecer