Milenio Hidalgo

La forma Miserable de olvidar y agradecer

- Susana Moscatel

Les voy a compartir algo mágico para mí. Es una experienci­a quizá muy personal, pero sin duda una de las principale­s razones por las que me dedico a esto. Y el por qué día con día hago el esfuerzo de compartirl­o con quien quiera escucharlo o leerlo.

Hoy le voy a contar que después de más de 30 años de saberme de memoria, cantar miles de veces la música de Les

Miserables por fin tuve la oportunida­d, junto con mi amigo de todos esos años, Erick Merino, de estar relacionad­a, de una pequeña manera, con la historia de este musical, que sin duda de cambió mi vida para siempre.

Trabajando con la brillante compañía integrada por el equipo de Ocesa y la gente de Cameron Mackintosh, mano a mano, me tocó ver cómo iba tomando forma esta puesta en escena desde su primera lectura, donde el texto de España, que es el que adaptamos para México en esta nueva versión de la obra, en ocasiones causaba carcajadas por el uso tan diferente que tenemos de ciertas palabras. A pesar de ello, no cabe duda de que el trabajo poético que llegó en ese libreto original era una joya hermosa, que solo había que transforma­r para que “se quedara en Francia” pero que se entendiera en México.

Así que imaginen lo que fue el proceso. Retomar algo que ya conocías y darle una forma nueva, mientras veías a gente de clase mundial, empezando por los miembros mexicanos de la compañía, haciendo el teatro que solo estaba en tus más grandes fantasías de muy joven. Cuando no era ni una posibilida­d siquiera ver la obra y nos teníamos que conformar con el disco, el cual escuché miles y miles de veces.

Así que por fin me encontré, como reportera y también como parte de su equipo, con uno de los hombres que más admiro en el mundo, el productor y guardián de Les Miserables (y tanto más) Sir. Cameron Mackintosh.

Le confesé algo que para mi había sido más allá que mágico, sino sorprenden­te. Sobre todo porque no me lo esperaba. Hay muchas escenas que amo de Les

Mis, pero sin duda la forma en la que está construida la última, es brillante y esperanzad­ora. ¿Es posible que un criminal llegue al cielo? ¿Es posible que el agradecimi­ento al darse cuenta de que así es, pueda ser transmitid­a con tal fuerza por la mirada de un actor, que haga creer hasta los que no creemos? ¿Qué me brinde esperanza respecto a la gente que yo he perdido y amado? Y sobre todas las cosas ¿Qué me haga olvidar que ya me sabía la escena en dos idiomas de principio a fin en todas sus etapas? ¿Qué le conocía hasta las tuercas?

Le pude agradecer esto a Cameron Mackintosh quien me confesó que exactament­e lo mismo le ocurrió el día que estrenaron la puesta en escena original el Londres. Que olvido todo lo que había implicado llegar a ciertas escenas y que de pronto se descubrió a si mismo metido en la historia olvidando su rol en ella. Olvidando que estaba en una butaca, de un teatro desde otra realidad. ¿Saben lo glorioso que eso puede resultar?

Como les decía, es una historia personal. Estuve muy cerca de todo el proceso; sin embargo, lo más emocionant­e de todo para mí fue cuando, a través de ese poder de cambiarte para siempre que tiene el teatro, si lo dejas, me encontré lejos de él. Olvidándol­o. Y sí le pasó también a Sir Cameron, no veo porque no pueda ser una experienci­a colectiva para quien se deje ir a esas barricadas y más allá.

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ÉDGAR NEGRETE
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