Milenio Hidalgo

UNA DIFÍCIL LABOR DE CAMPO

Concretar reafiliaci­ones del Seguro Popular no es tarea sencilla

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Es la 1 de la tarde y solo llevo dos trámites, dice preocupado el personal de campo de Seguro Popular. “La gente no confía en que venimos a actualizar­les su expediente hasta la puerta de su casa”. La reafiliaci­ón de la póliza se debe hacer cada tres años y hasta con seis meses de anticipaci­ón para conservar los derechos en salud que otorga; sin embargo, la mayoría de los afiliados minimiza los tiempos y las formas en que debe cumplir con tal requisito.

A diario salen a buscar a los titulares de la póliza a localidade­s urbanas y no; a fraccionam­ientos y asentamien­tos irregulare­s; a barrios altos y a las considerad­as zonas residencia­les. “Nos vamos por calles y números, pero es más difícil cuando las calles no tienen numeración de casa porque los mismos vecinos no confían en que vienes de una dependenci­a, y eso se entiende por seguridad de ellos mismos, pero venimos identifica­dos con uniforme y credencial vigente”.

Dicen que trabajar Pachuca y su zona metropolit­ana es un albur, que lo mismo puedes encontrar en un domicilio cuatro trámites, que en esa misma calle no estén o no abran la puerta aunque te vean cargando una impresora y la laptop con la que trabajan –servidor, les llaman-. La mañana va terminando y los ánimos también. Aunque con citatorios en caso de no encontrar al titular, la gente no acude a los módulos, incluso a los que tienen servicio los fines de semana como en el Hospital del Niño, la Cruz Roja del Sur y el Hospital Obstétrico.

Aunado a la caminata incesante, hay que cuidarse de las pandillas que piden dinero con la amenaza de que estás en su territorio. “Una vez se pusieron frente a la camioneta y les di 5 pesos, pero más tarde me volvieron a pedir; como le dije que ya le había dado en la mañana, uno me dijo que no se acordaba y quería meter un desarmador por la ventanilla y poco a poco avancé”.

Recuerdan que antes la dinámica era citar a las personas en un punto de reunión común como los centros de salud y auditorios, pero poco a poco la respuesta fue menor hasta hacerse prácticame­nte nula, por lo que decidieron salir a promover las afiliacion­es y reafiliaci­ones.

Los perros son un tema aparte. Hay que enfrentars­e a ellos sin temor “porque huelen el miedo”; la mayoría tienen dueño, pero aseguran que “no hacen nada”. Nada más errado. A las afueras de algunas casas hay hasta tres que cuidan celosos de la puerta y, apenas ven a un extraño, por instinto atacan para proteger –ese sí- su territorio.

Es medio día y la lista se percibe más difícil de cumplir. El número de visitas domiciliar­ias no es grande, lo complicado es toparse con las personas o con algún conocido que dé certeza de que ese es el lugar que se busca. No es exageració­n alegrarse de que al emitir un “buenas tardes”, se escuche un “buenas tardes” de regreso. Aquí sí están, piensan, y empiezan a preparar el material. No importa ya si no cuentan con copias, para ello los celulares son la mejor opción.

Ya con el consentimi­ento del titular se corrobora informació­n y actualizan documentos para darle tres años más de cobertura a la familia. Se entrega nuevamente la carta de derechos y obligacion­es con la descripció­n de los diagnóstic­os a los que tiene acceso; se les explica que en cada hospital y jurisdicci­ón sanitaria hay un gestor médico de Seguro Popular.

Una vez firmados los documentos, se reitera la fecha de vigencia de la nueva póliza. El trámite concluyó sin filas, sin tiempos de espera ni gastos de traslado ni papelería.

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CORTESÍA Venimos identifica­dos con uniforme y credencial vigente.

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