Ahora, señor Presidente, tiempo de acciones
Escuché ayer al presidente Enrique Peña Nieto después de las barbaridades trumpianas de la semana. Sobre todo, la última parte de su discurso cuando se refirió directamente al presidente de Estados Unidos:
“Si usted quiere llegar a acuerdos con México, estamos listos. Como lo hemos demostrado hasta ahora, siempre dispuestos a dialogar con seriedad, de buena fe y con espíritu constructivo.
“Si sus recientes declaraciones derivan de una frustración por asuntos de política interna, de sus leyes o de su Congreso, diríjase a ellos, no a los mexicanos. No vamos a permitir que la retórica negativa defina nuestras acciones.
“Solo actuaremos en el mejor interés de los mexicanos.
“Evocando las palabras de un gran pre- sidente de los Estados Unidos de América: no tendremos miedo a negociar. Pero nunca vamos a negociar con miedo.
“Estamos convencidos de que, poniéndonos de acuerdo, como amigos, socios y buenos vecinos, a ambos países nos va a ir mucho mejor que confrontándonos.
“Estamos listos para negociar, sí, pero siempre partiendo de la base del respeto mutuo. Hay algo que a todos, absolutamente a todos los mexicanos nos une y nos convoca: la certeza de que nada ni nadie está por encima de la dignidad de México”.
Son las mejores palabras del gobierno mexicano en dos años de aguantar con inexplicable paciencia, insultos. Ahora faltan los hechos. Porque lo que, uno espera, ya entendió el gobierno mexicano es que con aquel no hay manera, porque la verdad a Trump no le interesa el asunto mexicano, es apenas un buen saco de boxeo para entusiasmar a su base en tiempos electorales, que con Trump son todos los tiempos, cada minuto.
Es decir, si esta crisis se aliviana en unos días, surgirá otra.
Y un día el gobierno mexicano tendrá que tomar una acción, aunque sea tan inútil como mandar un par de miles de elementos de la Guardia Nacional a la frontera pero con esa resonancia política, con ese sabor.
Nada dice que Trump reaccionará bien, pero al menos el mundo sabrá que no somos estas dóciles víctimas de bullying en que nos hemos convertido desde el día de aquella terrible visita.
Hay muchas cosas que se pueden hacer, si no, quedaremos solo como las víctimas que se quejan, pero nada más. A esas, las siguen buleando.