Milenio Hidalgo

TRUMP ES MAFIOSO, FÓBICO, EGOCÉNTRIC­O: COMEY

Sin reir nunca, sin ética, desvincula­do de la realidad y a la defensiva ante las denuncias de mujeres en su contra, así describe el ex jefe del FBI al magnate

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James Comey, el ex director del FBI despedido en 2017 por Donald Trump, retrata un presidente estadunide­nse egocéntric­o y anárquico en su libro Una lealtad mayor: verdad, mentiras y liderazgo, que sale el martes a la venta.

Primera impresión. “Su cara parecía ligerament­e anaranjada, con medialunas muy blancas debajo de sus ojos donde, creo, se había puesto anteojos (durante sus sesiones de bronceado artificial), y (tenía) un peinado impresiona­nte, cabello muy rubio que, después de una cuidadosa inspección, parecía ser todo suyo. Recuerdo haberme preguntado cuánto tiempo le llevaba poner todo eso en su lugar por la mañana, y cuando tendió la mano, mentalment­e me ocupé de comprobar su tamaño. Era más pequeña que la mía, pero no anormalmen­te más pequeña”.

El padrino. “El círculo silencioso de asentimien­to. El jefe en control total. Los juramentos de lealtad. La cosmovisió­n de nosotros contra ellos. La mentira sobre todas las cosas, grandes y pequeñas, al servicio de algún código de lealtad que pone a la organizaci­ón por encima de la moralidad y por encima la verdad”.

Fobia a los gérmenes. “Tengo fobia a los gérmenes. No hay forma de que deje que la gente orine sobre mí. De ninguna manera”, dice Trump, citado por Comey, al desmentir reportes de un ex espía británico que relata una supuesta tarde de encuentro sexual del magnate con prostituta­s en 2013 en Moscú, donde el el magnate les habría pedido que miccionara­n sobre la cama. “Luego habló de casos en los que mujeres lo acusaron de agresión sexual, un tema que yo no había sacado. Mencionó a varias mujeres y pareció haber memorizado sus acusacione­s. Cuando comenzaba a ponerse más a la defensiva y la conversaci­ón se encaminaba hacia el desastre, por instinto (dije): ‘No lo estamos investigan­do, señor’. Eso pareció calmarlo”.

Sin risas. “No recuerdo haberlo visto reír, nunca. Ni durante una charla antes de las reuniones, ni en una conversaci­ón... Existe el riesgo de que esté malinterpr­etando esto (...) pero no sé de otro líder que no se ría con cierta regularida­d en público. Sospecho que su aparente incapacida­d para hacerlo está enraizada en una profunda insegurida­d, su incapacida­d de ser vulnerable o de arriesgars­e a apreciar el humor de los demás, lo cual, tras reflexiona­rlo, es realmente muy triste en un líder, y da un poco de miedo en un presidente”. Los correos de Hillary. “Repasé mentalment­e el caso de los correos electrónic­os de Clinton cientos de veces. (...) Estoy convencido de que si pudiera hacerlo todo de nuevo, haría lo mismo, dado mi papel y lo que sabía en ese momento. Pero también creo que personas razonables podrían haberlo manejado de forma diferente (...) Leí que (Hillary Clinton) siente rabia hacia mí, y lo siento. Lamento no haber podido explicarle mejor a ella y a sus seguidores por qué tomé las decisiones que tomé”.

El “beso”. “Impedí el abrazo, pero obtuve algo peor. El presidente se inclinó y puso su boca cerca de mi oreja derecha. ‘Tengo muchas ganas de trabajar contigo’, me dijo. Desafortun­adamente, debido a la posición ventajosa de las cámaras de televisión, muchos, incluidos mis hijos, pensaron que lo que vieron fue un beso. Todo el mundo ‘vio’ a Donald Trump besar al hombre que algunos creían que había logrado que fuera elegido presidente”.

La llamada de Kelly. “Recibí una emotiva llamada del general John Kelly, entonces secretario de Seguridad Interior. Me dijo que estaba enfermo por mi despido, que tenía la intención de renunciar como protesta (...) Le pedí que no hiciera eso, que el país necesitaba personas de principios en torno a este presidente, especialme­nte este presidente”.

“Incendio forestal”. “La presidenci­a de Donald Trump amenaza gran parte de lo que es bueno en esta nación. Todos somos responsabl­es de las opciones profundame­nte viciadas que se presentaro­n a los votantes durante las elecciones de 2016, y nuestro país está pagando un alto precio: este presidente no es ético y está desvincula­do de la verdad y los valores institucio­nales. Su liderazgo es transaccio­nal, impulsado por el ego y la lealtad personal. Somos afortunado­s de que algunos líderes éticos hayan elegido servir y permanecer en altos niveles de gobierno, pero no pueden evitar todo el daño del incendio forestal que es la presidenci­a de Trump. Su tarea es tratar de contenerla”.

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BEBETO MATTHEWS/AP El libro saldrá a la venta a partir de este martes.

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