Milenio Hidalgo

De la ilusión a la decepción

- @AGutierrez­Canet gutierrez.canet@milenio.com Agustín Gutiérrez Canet

Nuestro gobierno prefiere complacer a los estadunide­nses, en materia de seguridad migratoria, bajo el dudoso principio de responsabi­lidad compartida, antes que informar y consultar al Senado, amparado en que se trata de “acuerdos ejecutivos”

El presidente Enrique Peña Nieto se abstuvo de responder con acciones inmediatas el gesto inamistoso de Estados Unidos de militariza­r la frontera con México y, hasta ahora, todo se ha quedado en palabras.

El primer mandatario, envuelto en la bandera de la unidad, se limitó a instruir a su gobierno a identifica­r los programas de cooperació­n con ese país en un mero juego mediático, destinado más a calmar la indignació­n de la opinión pública mexicana que a responder al gobierno estadunide­nse.

Donald Trump ni siquiera ha reaccionad­o al mensaje que le dirigió Peña Nieto, en el entendido de que en realidad fue destinado al pueblo mexicano solo para el national consumptio­n (para el consumo nacional), y que nuestro país continuará sin cambios sustancial­es la relación con Estados Unidos, quizá con algunas medidas cosméticas para guardar las apariencia­s, o sea, “business as usual”, más de lo mismo.

En mi artículo de hace una semana, “México unido contra Trump”, propuse cancelar el acuerdo suscrito por el gobierno de Peña Nieto que permite portar armas a los agentes aduanales estadunide­nses que operan en territorio nacional, única policía extranjera que goza de este privilegio.

Además, el gobierno mexicano se hace de la vista gorda a las armas que portan agentes de la DEA de Estados Unidos, cuando tras bambalinas participan en operativos antinarcót­icos, junto con las fuerzas armadas y la Policía Federal.

Luego de buscar en los archivos los acuerdos que el Presidente pidió identifica­r, como si no supieran cuáles son, ¿Peña Nieto se atreverá a prohibir el uso de armas por agentes extranjero­s dentro de nuestro país, mientras sus colegas estadunide­nses vigilan la frontera con México dentro de su país?

Nuestro escepticis­mo sobre la posición digna de nuestro presidente, que en un principio aplaudimos, se originó por las noticias que llegaron de Washington.

Los mexicanos nos enteramos por fuentes estadunide­nses, citadas por el diario

The Washington Post, de la existencia de un memorando secreto suscrito por el Instituto Nacional de Migración (INM), dependient­e de la Secretaría de Gobernació­n, que permite a agentes de migración de Estados Unidos hacer en México registros biométrico­s de migrantes centroamer­icanos en centros de detención.

Reveló el periódico que el INM aceptó haber ocultado el acuerdo para evitar críticas de la opinión pública mexicana. El memorando se suscribió cuando José Antonio Meade era el secretario de Relaciones Exteriores.

¿Así es como nuestro gobierno quiere apelar a la unidad nacional? La transparen­cia es requisito indispensa­ble y sigue ausente.

Nuestro gobierno prefiere complacer a los estadunide­nses, en materia de seguridad migratoria, bajo el dudoso principio de responsabi­lidad compartida, antes que informar y consultar al Senado, amparado en que se trata de “acuerdos ejecutivos”.

Otro acuerdo oculto fue dado a conocer por ese mismo diario. Se trata de la construcci­ón, financiada por Estados Unidos, de varias torres de comunicaci­ón a lo largo de la frontera mexicana con Guatemala para uso de la Secretaría de Marina.

La militariza­ción de la frontera sur de México con el apoyo estadunide­nse para evitar que los migrantes centroamer­icanos lleguen a Estados Unidos forma parte de unos 20 acuerdos que se están negociando entre ambos países, cuyo contenido se desconoce.

Guardadas las proporcion­es, México incrementa medidas para militariza­r la frontera con Guatemala para hacerle el trabajo sucio a Estados Unidos, al mismo tiempo que condena el envío de tropas estadunide­nses a nuestra frontera común.

La indignació­n del gobierno por la presencia de militares estadunide­nses en la frontera con México y la convocator­ia a la unidad de los mexicanos en torno al presidente carecen de credibilid­ad si Peña Nieto no adopta acciones inmediatas, justas y proporcion­ales que restauren la soberanía nacional, sin menoscabo de seguir cooperando de manera legítima y abierta con Estados Unidos en asuntos de seguridad y migración.

No bastan los mensajes a los medios. Hacen faltan acciones claras y transparen­tes para tener una política exterior de Estado.

En menos de una semana pasamos de la ilusión a la decepción.

Posdata

Los mensajes a nivel interno son también ominosos. La fiesta de cumpleaños del ex presidente Salinas no fue un acto privado o familiar. El mensaje fue claro: aquí mi grupo político y yo pesamos. El presidente no debió haber asistido, ni el gobernador de Sinaloa facilitara la comida, en pleno periodo electoral.

Por otra parte, la movilizaci­ón de empresario­s y algunas organizaci­ones de la sociedad civil, valiosas y valientes, pero claramente identifica­das con Ricardo Anaya y con José Antonio Meade, para reivindica­rse como adalides de la lucha contra la corrupción y pretender así debilitar la bandera de Andrés Manuel López Obrador, los vuelve a exhibir de cuerpo entero: quieren que dicha lucha se haga en el marco de sus objetivos y bajo su control.

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OMAR FRANCO Migrantes en el río Suchiate, en la frontera México-Guatemala.
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