Milenio Hidalgo

Lo que la crisis de violencia en Tijuana podría enseñarnos

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

El viernes pasado, en Tijuana, el Consejo Ciudadano para la Seguridad Pública de Baja California organizó el foro “La seguridad pública que a México le urge”. Una réplica local del que se realizó en Ciudad de México hace unas semanas.

La convocator­ia reunió a una decena de las mentes que más y de mejor manera se han dedicado a estudiar nuestra crisis de violencia y seguridad desde todos los ángulos, de la prevención al sistema penitencia­rio, pasando por los policías, la economía, los ministerio­s públicos o los tribunales.

Cinco horas de presentaci­ones y discusione­s de gran valor. A diferencia de los foros y seminarios similares hace diez años, ahora los expertos, académicos y actores tienen mucha más informació­n empírica de cosas que han funcionado, cosas que han fracasado, causalidad­es y coincidenc­ias. El análisis es más rico y las propuestas más concretas.

El viernes en la tarde, sin embargo, después de escucharlo­s a todos, y tal vez porque estaba en Tijuana, me quedé con una duda que me parece importante rumbo al futuro, me explico.

Por muchos años Tijuana era el lugar de la violencia y el narco. Después de años de esfuerzos en los que se involucrar­on fuerzas políticas, la Federación, los empresario­s, los ciudadanos y a través de varias iniciativa­s que tocaron todos los aspectos relacionad­os con los asuntos de seguridad, se logró reducir sustancial­mente el problema de violencia e insegurida­d. Ahora, después de unos cuántos años, cambios en los gobiernos municipale­s y el estatal y modificaci­ones o abandono de lo que se estaba haciendo, tienen a la ciudad con cifras récord de delitos.

Pensé el viernes en otros ejemplos similares como Ciudad Juárez o Nuevo León, que con algunas prácticas muy concretas comenzaban a solventar sus problemas y ahora están muy cerca de otra crisis.

Pienso en algunas ciudades que hoy parecen estar funcionado como Morelia o

Neza, ahora también en riesgo por las urnas. Me pregunto por qué es que nuestros candidatos a gubernatur­as o a la Presidenci­a no mencionan que tal vez hay un modelo, o la combinació­n de modelos ya experiment­ados en estos años que podrían dar resultado, aunque hayan sido ideas creadas por una fuerza política diferente.

Tal vez la discusión tendría que pasar por separar lo electoral de la seguridad y, por fin, tener una verdadera política de Estado.

Lo otro es seguir teniendo muchos foros. Y muchos muertos.

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