Milenio Hidalgo

Arreglo problemas

Así le llamó el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia a un grupo de grandes empresario­s mexicanos: camajanes; Liópez arregla los conflictos de una forma un poco rara: los alimenta, los hace crecer como una hidra, en todas direccione­s

- gil.games@milenio.com Gil s’en va Gil Gamés

Según el Diccionari­o de la Real Academia, un camaján es una persona holgazana que se las ingenia para vivir a costa de los demás. O bien, en otro de sus significad­os, una persona que con astucia sabe sacar provecho para sí de una situación. Se trata de una palabra de origen cubano que quizá viajó al sureste mexicano, a Tabasco, donde nació Liópez. Así le llamó el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia a un grupo de grandes empresario­s mexicanos: camajanes. Liópez arregla los conflictos de una forma un poco rara: los alimenta, los hace crecer como una hidra, en todas direccione­s.

Según Liópez, estos empresario­s que, dijo, viven a costillas de los demás, financian la guerra sucia en su contra y ahora se quieren victimizar: “No son niños inocentes, sino camajanes que se han beneficiad­o del régimen de corrupción (…) se van a estar tirando al suelo para decir que son muy humilditos y que los quiero callar. ¡Que barbaridad! Ay, Andrés Manuel tan regañón que los quiere callar. ¡No! Además que les quede claro, no voy a callar a nadie. Voy a ser respetuoso del derecho a disentir, soy demócrata y estoy a favor de las libertades”.

Gil se llevó los dedos índice y pulgar al nacimiento de la nariz y meditó: ¿hay problemas con el lenguaje? ¿Hay problemas con el orden de los pensamient­os? Ustedes son una caterva de camajanes, conspirado­res, traficante­s de influencia­s, no se hagan “los humilditos”. Por lo demás, les digo que soy un demócrata, creo en las libertades, soy respetuoso del derecho a disentir. La libertad de insulto, la libertad de la injuria, piensa Gil (ya empezaron las jactancias) son valores fundamenta­les de una democracia. Así cerró la semana del pleito de Liópez con un grupo de empresario­s.

Las pruebas

Desatado del mástil de la contención, Liópez intentó arreglar por todos los medios el conflicto. Lean cómo repara Liópez las descompost­uras: “Tampoco es ningún complot. Tampoco es que sean malas gentes. No son malos de malolandia; son eso sí, muy ambiciosos. Les gusta mucho el dinero. Su Dios es el dinero (…) Yo tengo pruebas de que están dando dinero para la guerra sucia, pruebas de que se reúnen para que haya un solo candidato en contra nuestra”.

Gamés hesita: ¿es ilegal reunirse y buscar salidas políticas contra un adversario? ¿Pruebas de qué acto ilícito?, pregunta Gilga. O bien: reunirse y opinar, hablar e intentar influir en la vida política está prohibido. Ahora mal sin bien: si las pruebas tienen que ver con dineros ilegales bajo cuerda y puede probarse, eso es otra historia. Los empresario­s cucaron a Liópez, ¿o como era? Todo esto ocurrió en Matehuala.

Liópez en plan de Liópez: “Si me hubiese sometido a los dictados de la mafia del poder, ya hubiera ganado, pero sometido y atado como títere y pelele. No quiero gobernar así. No voy a dejar trozos de dignidad en el camino”.

A Liópez le gustó la frase que dijo el candidato Alfaro en Jalisco precisamen­te cuando se decía que El Joven Maravilla Anaya pactaba con el PRI. Y Liópez se la tomó prestada sin darle crédito. Nada le hace. Gil escribió aquí que tiene en la parte alta de sus libreros una colección: “Pedazos de Dignidad, 1988-2018”. Hay joyas, no solo trozos de la dignidad de Germán Martínez y Manuel Bartlett, también Gilga ha colecciona­do pedazos de la dignidad de Porfirio Muñoz Ledo, de Gaby Cuevas, en fon, habrá oportunida­d de mostrar estas piezas.

Un día atrás

Nadie le ha explicado a Liópez, ¿quién pude explicarle algo?, que no se le puede llamar ladrona a una persona sin ofrecer alguna prueba; si esa prueba es contundent­e procede entonces una investigac­ión para demostrar responsabi­lidad jurídica (¿cómo ven a Gil en plan de muy serio conocedor de la ley?). A Liópez la única ley que le parece respetable es la de Herodes.

En Puerto Progreso dijo que si lo invitan a una cita él acude sin problema: “Siempre y cuando se respete estado de derecho y se haga el compromiso de que ya no va a seguir medrando al amparo del poder público y que van a hacer negocios legales, que no va a utilizar el tráfico de influencia como lo han hecho”. Gran cosa: me reúno con estos empresario­s, pero que antes acepten que son corruptos, ladrones, miserables que hacen negocios al amparo del gobierno. ¿No es un poco demasiado? ¿No es demasiado poco?

Todo es muy raro, caracho, como diría Rainer María Rilke: No se deje engañar por lo que aparezca en la superficie. En las profundida­des es donde todo se vuelve ley.

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JUAN CARLOS BAUTISTA AMLO quiso matizar el conflicto con empresario­s, pero subrayó que dan dinero para la guerra sucia.
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